Día Internacional del trabajo doméstico

El Día Internacional del Trabajo Doméstico, que se celebra el 22 de julio de cada año, reconoce el valor de las labores consideradas domésticas. Es decir, las consideradas como “del hogar”: limpiar la casa, preparar alimentos, lavar y planchar la ropa, preparar alimentos y cuidar infantes y personas adultas mayores.

Si bien el concepto de Trabajo Doméstico considera dos vertientes: el No Remunerado y el Remunerado, en ambos casos se trata hoy de una labor invisible, sin reconocimiento social, con jornadas largas, desvaloradas y ocultas. El trabajo del hogar, desafortunadamente, ni siquiera se considera trabajo que tienen un valor económico y social, sino una obligación casi “natural” de las mujeres.

De acuerdo a la situación económica de las familias, el trabajo doméstico es realizado por esposas, madres, abuelas, tías, primas, etc. Este trabajo del hogar, no remunerado, se asigna de forma automática a los miembros femeninos de la casa y es “gratis”. Se considera obligación natural de las mujeres el realizarlo.

Los varones, desafortunadamente, ejecutan poco o nada del trabajo doméstico porque no es considerado “normal”. Muchas veces, el argumento económico que subyace es que la familia no cuenta con los suficientes ingresos para pagar a otra persona, “externa”, para que efectúe las labores del hogar.

Cuando la familia genera suficiente ingreso, entonces tiende a contratar a una persona “externa” para que ejecute el trabajo doméstico y así “liberar” tiempo para que sus miembros tengan otras actividades mejor remuneradas por el mercado laboral. Gracias al trabajo doméstico remunerado de esta “tercera persona”, la familia tiene tiempo libre para otras actividades como entretenimiento, estudio, deporte, cultura, educación, cuidado de calidad de los hijos, etc.

En la gran mayoría de los casos, la libertad y el tiempo obtenidos por la familia no se comparte equitativamente con la trabajadora doméstica remunerada. A esta trabajadora del hogar se le imponen las mismas situaciones discriminatorias y restricciones del trabajo no remunerado: no hay reconocimiento social, sus horarios de trabajo son extensos –de hasta 14 horas o más al día, su trabajo no tiene valor, la explotación es oculta y se considera “normal” que sea una labor sin prestaciones: sin contrato, sin seguridad social, sin vacaciones, sin jubilación, sin pensión… y con sueldos por abajo del mínimo legal.

Por estas razones, es necesario impulsar cambios sociales para valorar el trabajo doméstico, no importa quién lo desempeñe. En el trabajo no remunerado, la equidad y la no discriminación significarían que los miembros varones de la familia también realicen tareas domésticas de forma equitativa, tanto en tiempo, como en carga de trabajo.

En el trabajo doméstico remunerado, significarían lograr reconocimiento legal de sus derechos laborales, como cualquier trabajador, con un reconocimiento equitativo en las leyes con base en el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Las trabajadoras domésticas remuneradas, por ejemplo, reivindican el 30 de marzo como el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, también con el objetivo de generar conciencia sobre sus derechos.

Con información de CONAPRED.

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