El estrés laboral puede “contagiarse” en los centros de trabajo
Aunque no sea de manera viral, el estrés laboral puede contagiarse en las empresas con comportamientos que dejan poco espacio para la colaboración y trabajo en equipo.
“Cuando termino de trabajar, estoy tan exhausto que algunos días no tengo energía para mantener una conversación. Así que, con el tiempo, mi familia y amigos me acusan de no ser socialmente receptivo cuando intentan acercarse”.
Este es el testimonio de Iregume, un consultor nigeriano de 27 años, que cita el estudio El Estado del Lugar del Trabajo 2023, realizado por Gallup. Sin embargo, esa experiencia se siente tan cercana porque podría ser cualquier colaborador en el mundo, el estrés es un fenómeno global.
Según el estudio, el llamado mal del siglo XXI, se mantuvo en niveles récord. “El estrés de los empleados aumentó en 2020, probablemente debido a la pandemia. Pero el estrés laboral ha ido aumentando durante más de una década”.
El estrés laboral se caracteriza porque la creciente presión en el entorno de trabajo puede provocar una saturación física o mental del trabajador, generando diversas consecuencias que no sólo afectan la salud, sino también su núcleo más próximo, debido a que impacta negativamente en el balance vida-trabajo, explica el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
El estrés es potencialmente contagioso, como si fuera una enfermedad viral y podría enfermar a toda una empresa, ya que estar cerca o visualizar a otras personas con este padecimiento, puede aumentar los niveles de cortisol del observador.
El contagio del estrés en el trabajo
Joaquín Marbán, psicólogo organizacional y autor del libro Empresas neuróticas, expone que este padecimiento provoca un efecto de contagio social, y se denota principalmente a nivel de comportamiento.
La diferencia entre el estrés simple y el laboral son los estímulos o las situaciones que lo provocan, explica. Entre estos podemos encontrar los malos liderazgos, la mala organización del trabajo o el poco equilibrio con la vida personal.
“Sucede cuando estás en un mal ambiente laboral. Lógicamente, las personas comienzan a percibir un ambiente tenso, hay malos gestos, poca tolerancia, mucha presión y poca empatía. Entonces quienes no estaban actuando de esa manera se van predisponiendo y reaccionan igual”, advierte.
El especialista considera que las organizaciones deben intervenir de manera oportuna para prevenir el estrés y, por lo tanto, su contagio. Una de las vías es modificar los factores estructurales que lo están generando, por ejemplo, conciliar la vida laboral y la familiar.
Intervenir en el clima laboral es fundamental, pero si la compañía no puede, esta prevención puede dirigirse a los colaboradores, enseñarles estrategias para afrontarlo, para que aprendan a controlarlo, gestionarse a sí mismos y su tiempo.
“Tener programas de prevención para este padecimiento y otros factores de riesgo psicosocial, al final repercute también en la productividad, el desempeño y la motivación”, señala Joaquín Marbán.
El impacto en la colaboración
Rosa León Barragán, directora de la startup Pausas, explica que el estrés permea en cualquier atmósfera, ya que al vivir bajo esas circunstancias se impacta la manera cómo el colaborador se relaciona.
“El estrés de un colaborador se puede transmitir a otra persona a través de comportamientos, expresiones faciales, del tono de la voz, el lenguaje corporal, y pues obviamente de ciertas actitudes que son nocivas”, comenta.
Este trastorno mental, repercute en la capacidad de colaboración de las personas, en su efectividad en el trabajo en equipo. “A esto se le llama modelado de comportamiento, que provoca que las personas que tienen influencia en ti generen una especie de efecto dominó”, refiere, Rosa León Barragán.
Cuando las personas se empiezan a sentir de la misma manera, porque hay una identificación, y tampoco hay un seguimiento de las empresas, así como la implementación de herramientas de manejo del estrés se va haciendo más grande el conflicto, advierte.
A decir de la directora de Pausas, las empresas hoy cada vez tienen más apertura y conocimiento basado en métricas que permite identificar cuáles son los impactos que están teniendo a nivel físico y psicológico de las personas.
Para los tomadores de decisiones, Rosa León Barragán recomienda considerar la población que hay en sus empresas para desarrollar programas efectivos y estrategias personalizadas, y finalmente, que vean esta inversión a mediano y largo plazo. “El cambio no es inmediato”, puntualiza.
Con información de Sonia Soto, El Economista.↵
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