¿Sabías que la Magdalena Contreras concentra la mayor parte de áreas verdes de la ciudad?

Áreas verdes urbanas de la Ciudad de México: un privilegio a preservar

La Ciudad de México ocupa una superficie de 1,495 km2 que corresponden al 0.08% de la superficie del territorio nacional (INEGI, 2015). En este espacio geográfico, lleno de contrastes sociales, coexisten una variedad de ecosistemas compuestos por bosques de pinos, encinos, pastizales, matorrales, junto a zonas agrícolas y cuerpos de agua y humedales (SEDEMA, 2015).

En ese mismo sentido, los 5 principales pulmones vegetales de la ciudad son: el Bosque de Chapultepec, los Viveros de Coyoacán, el Desierto de los Leones, el Bosque de San Juan de Aragón y Los Dinamos.

Las áreas verdes urbanas nos proporcionan oxígeno, capturan los contaminantes y regulan la temperatura y microclimas de la ciudad. También disminuyen el ruido ambiental y favorecen la biodiversidad. En el caso de la ciudad capital sus bosques urbanos contribuyen significativamente a mejorar la calidad del aire.

Tener cerca un área verde por donde caminar otorga el beneficio de disfrutar de la vegetación y la fauna, reduce el estrés y la depresión; asimismo, fomenta el hábito del ejercicio físico y proporcionan un espacio ideal para la meditación y auto-reflexión; por supuesto, sin olvidar la convivencia social. Sin duda, todo lo anterior favorece la salud integral del ser humano y de los animales no humanos de compañía.

Conociendo los beneficios que nos proporcionan, hagamos ahora un inventario general de nuestras áreas verdes urbanas; además, conozcamos qué acciones individuales y de participación vecinal podemos realizar para su preservación.

Las manchas verdes para el bienestar: de más a menos

Honor, a quien honor merece. Primero recordemos las aportaciones del ingeniero e investigador mexicano Miguel Ángel de Quevedo, quien dedicó su vida al estudio y conservación de la flora y fue precursor de la Sociedad Forestal Mexicana (I. N. E., 2008).

Gracias a Quevedo se creó el primer Parque Nacional en el Desierto de los Leones en 1917 y de Los Viveros de Coyoacán, un esfuerzo que contribuyó a la reforestación de la ciudad y que motivó la primera “Fiesta del Árbol” de 1925 a 1932 (Martínez González, L., 2020).

Inimaginable para esas décadas es el crecimiento urbano desmedido que tendría años más tarde la ciudad y su área metropolitana conurbada. Los desarrollos habitacionales y sistemas viales, propios de este proceso de crecimiento urbano, han limitado e intervenido la superficie de las áreas verdes en cada una de las 16 alcaldías.

El Inventario de Áreas Verdes Urbanas señala que la superficie promedio por habitante es de 7.54m² en la Ciudad de México (SEDEMA, 2017). La OMS estima que son necesarios por lo menos 16m2 de áreas verdes por habitante para garantizar un bienestar óptimo del ser humano.

Comparando tales datos, entendemos entonces que la calidad de vida en la ciudad capital dista mucho de ese ideal de bienestar; aun más, si se sabe que la ONU estimó en 2018 una población de 21 millones 581 mil habitantes en esta megalópolis, ya identificada como la quinta ciudad más habitada del mundo (Forbes México, 2018).

¿Cómo se clasifica la infraestructura urbana de las áreas verdes capitalinas?

El sistema de Datos Abiertos del Gobierno de la Ciudad de México revela que lxs capitalinxs tenemos acceso a:

5,141 Camellones centrales y laterales con vegetación diversa,

1,447 Parques,

325 Glorietas con vegetación arbórea, arbustiva y herbácea,

153 Jardines públicos,

4 Áreas de Valor Ambiental (AVA),

1 Zona de recarga de acuíferos.

Aun cuando corresponde a cada alcaldía el manejo directo de estas áreas verdes urbanas, existen proyectos que emanan directamente desde la jefatura de gobierno y que pueden favorecer o no su preservación. Por ejemplo, el Gobierno de la Ciudad de México invirtió 36 millones de pesos en los trabajos de rehabilitación para la conservación de la Sierra de Guadalupe, ubicada en la alcaldía Gustavo A. Madero, proyecto que es parte de una serie de estrategias que buscan reconfigurar la mancha urbana (Ayala Espinosa, C., 2020).

Asimismo, un proyecto por demás cuestionado es el Puente Vial Periférico Cuemanco, que se construye afectando los humedales de Xochimilco y que se ofrece como una solución al tráfico vial en la zona. Lo cierto es que representa un daño irreversible al intervenir 2 de las Áreas de Valor Ambiental más importantes de la ciudad y la única Zona de recarga de acuíferos que se ubica en dicha alcaldía.

Áreas Naturales Protegidas de la Ciudad de México

Por competencia federal y local, la Ciudad de México cuenta con 25 Áreas Naturales Protegidas por decreto, subdivididas en 8 categorías (SEDEMA, 2020).

Las ANP alcanzan un total de 21,709.065 hectáreas que representan el 14.7% la superficie total de la Ciudad de México.

Recuperar y ayudar a mantener las áreas verdes urbanas es una tarea que involucra tanto al sector gubernamental como a sus ciudadanxs. Se pueden unir voluntades para ejecutar acciones conservacionistas tales como:

Plantar árboles y plantas nativas.

Colocar nidos y bebederos para la fauna local.

Barrer el frente de nuestra casa.

No arrojar basura.

Levantar las heces de mascotas.

Establecer zonas de vegetación en escuelas, complejos habitacionales y zonas laborales.

Desarrollar azoteas verdes, huertos urbanos, jardines verticales, composteros y lombricomposteros comunales.

Disposición de envases y hoyos para captar aguas pluviales en parques, jardineras y toda área que lo facilite.

Participar en labores vecinales de limpieza y recuperación de áreas verdes comunales, estableciendo brigadas y jornadas consecutivas.

Reflexión final

El privilegio de vivir cerca de un área verde urbana, que nos da la oportunidad de contemplar la flora y la fauna nativa en esta inmensa urbe, nos hace responsables de su conservación, con pequeñas pero significativas acciones, para mostrarnos como ciudadanos consientes del valor del entorno.

Más allá de ser un espacio paisajístico que decora un eje vial o una colonia, las áreas verdes urbanas son ecosistemas con los que coexistimos y sobre los cuales ejercemos presión sobre los servicios ambientales.

La sociedad civil ha demostrado ser capaz de organizarse para recuperar áreas tiradas al olvido como es el caso del Huerto Roma Verde, ubicado en la colonia Roma y que funciona como la casa de los ambientalistas de la Ciudad de México, desarrollando actividades de convivencia para fomentar el comercio justo y las prácticas agroecológicas en plena urbe, luego de recuperar y dar vida plena a un espacio que tras el sismo de 1985 colapsó y pasó 27 años en el abandono total. Por ejemplo, su programa de reciclaje comunitario es un modelo a replicar en cada alcaldía de la ciudad; en él, se confeccionan eco-ladrillos con los cuales restauran las jardineras de la colonia.

Promover la educación ambiental, de la mano de la ciencia, es un camino seguro que nos ayuda a entender la riqueza de la flora y de la ciudad. Ejemplo de ello son las labores de investigación y preservación que se llevan a cabo en el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM y en el Jardín Botánico de Chapultepec.

Resta sólo tomar acciones en nuestro hábitat inmediato: estableciendo huertos urbanos, jardines verticales y azoteas verdes, pasos que contribuyen a una necesaria regeneración ambiental.

Con información de Beatriz Asevedo,Sopitas.↵

Beatriz Acevedo es geógrafa, especialista ambiental, promotora de la cultura ambiental, a través del arte, la cultura y el cine documental.

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