Efectos de la pandemia en la niñez y en la juventud
Niños, niñas y jóvenes no están conviviendo con sus pares, eso ha generado otro problema de crecimiento y salud.
Gaceta UNAM.
Itzá Eudave Eusebio / nota de humanidadescomunidad.unam.mx
Con el objetivo de aportar diversas perspectivas sobre los contextos que rodean a las niñas y niños en la actualidad y promover la reflexión sobre los efectos del Covid-19 en ese sector de la población, la Dirección General de Divulgación de las Humanidades (DGDH) a través de la Casa de las Humanidades, organizaron la Jornada de Humanidades “¿Y las niñas y los niños? Miradas múltiples”.
Adultocentrismo
En el marco de la jornada, Sandra Escutia Díaz, profesora en el Colegio de Estudios Latinoamericanos, de la Facultad de Filosofía y letras (FFyL), explicó en entrevista la importancia de tener en cuenta que los contextos actuales de nuestras sociedades lo que priva es “el adultocentrismo, que es un comportamiento que niega e invisibiliza los derechos de lxs niñxs. Para los adultos, les niñes no tienen capacidad de elección y raciocinio, por lo tanto, no son sujetos pensantes. De este modo, anulan la posibilidad de expresión de las niñas y los niños”.
Abundó que durante la pandemia se han agudizado muchas de estas actitudes adultocéntricas, es decir, de negación de los derechos de la niñez. Uno de ellos es la posibilidad de salir a la calle, a los parques y, con el cierre de las escuelas perdieron los pocos espacios de socialización que tenían.
“Esto quiere decir que los niños y las niñas no tienen espacios para salir, lo que se ha agudizado en una ciudad en donde, desde hace varios años, ya no se puede salir a la calle a jugar debido a la inseguridad”, externó.
Seguridad y vínculos familiares
Sobre el actual contexto de la pandemia, la especialista dijo que los vínculos familiares deben ser replanteados, debido a las distintas violencias de que son objeto las niñas y los niños, entre otras cosas, por la convivencia durante 24 horas en casa, la carga extra de trabajo de las madres y los padres, sus carencias académicas que los frustan al no tener las herramientas pedagógicas necesarias para ayudar a sus hijos. Otra violencia que ha aumentado es el abuso sexual debido a la convivencia obligada durante tantas horas.
En opinión de Escutia Díaz, niños, niñas y jóvenes no están conviviendo con sus pares, eso ha generado otro problema de crecimiento y salud; lo que “requiere de una política pública de amplio espectro que vaya mas allá de la pandemia y que tiene que ver con seguridad, para que puedan estar en las calles, tengan un retorno seguro a las escuelas y un acompañamiento psicoemocional”.
“Vamos a tener que incrementar lugares seguros, de tranquilidad, pero esto no se puede dar si no empezamos a resolver las condiciones de precariedad en la que muchos padres y muchas madres están viviendo. No podemos pensar en soluciones para las niñas y niños si no aseguramos también un estado de bienestar para las familias completas”.
Educación sexual
Sobre la educación sexual de las niñas y los niños, la académica universitaria señaló que “México es una sociedad sumamente conservadora, en las que a los niños y niñas no se les enseñan las partes de su cuerpo, ni siquiera el tema del placer, entonces pensar en la diversidad, implicaría un acompañamiento sobre la sexualidad durante la infancia y la adolescencia.
“Hablar de sexualidad les protege, para reconocer los abusos sexuales, hasta dónde alguien les puede tocar o no, es importante que conozcan los límites que las otras personas deben tener, a la par de ir conociendo sus cuerpos y sus sensaciones”, añadió.
Juventud y abandono escolar
Al preguntarle sobre los principales problemas y necesidades de las y los jóvenes en el contexto actual de la pandemia, Sandra Escutia señaló que “de algún modo son similares a los de la niñez, porque los jóvenes también son sujetos que no son pensados como tales; tampoco tienen derechos, no tienen voz”.
Explicó que otro tipo de violencia se han presentado en los bachilleratos ante las carencias de recursos, de conectividad a Internet o de una computadora, lo que ha generado mucha deserción y que se remarquen las diferencias sociales.
“La Pandemia, junto con las carencias y precariedades que se viven en las familias, empujan a los jóvenes a abandonar su educación, a buscar trabajo, sin poder ejercer su derecho a la educación”.
También hay una actitud de desprecio hacia los jóvenes desde el adultocentrismo, que tampoco escucha a las y los jóvenes. Por ello, “hay que pensar en los espacios para los jóvenes. Existen pocos espacios de diversión que no signifiquen consumismo, no suele haber espacio libres y cuidados para socializar. Ahora se han visto limitados a su tránsito por la ciudad con sus amigos o parejas”.
Ante ello, las alternativas se vislumbran complicadas, ya que los espacios que se podrían pensar para lxs jóvenes son nulos, por lo que al diseñar otras formas de hacer políticas públicas pensadas en ellxs, deben consultarlos, escucharlos, concluyó Sandra Escutia.
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