Mitos y realidades de la depresión
La depresión genera sufrimiento y disfunción en la persona que la padece, y puede alterar sus actividades laborales, escolares y familiares, afirmó Ingrid Vargas Huicochea, coordinadora de Investigación y profesora-investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina.
Gaceta UNAM.
Laura Romero.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (enero 2020) se trata de una enfermedad frecuente en todo el mundo y se calcula que afecta a más de 300 millones de personas. La depresión puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad moderada a grave. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio; en el planeta, cada año se quitan la vida cerca de 800 mil personas, y esa es la segunda causa de muerte en el grupo de 15 a 29 años.
En torno al padecimiento, la universitaria dijo que hay muchos mitos. “En la voz popular se escucha que la depresión es una cuestión de actitud y que para salir de ella no se necesita un tratamiento, sino ‘echarle ganas’. Eso es totalmente falso y es lo peor que se le puede decir a alguien en esa situación. Es una enfermedad y se requiere de atención especializada para salir de ella”.
Otra idea que se tiene es que sólo le da a la “gente débil” y si eres de carácter fuerte no te vas a deprimir. “Es una falsedad; esa es una condición que puede darle a cualquier persona”, abundó en el contexto de la Sexta Feria del Libro de Ciencias de la Salud 2021.
En la charla virtual refirió que se ha dicho que las personas con depresión lloran todo el tiempo, cuando, en realidad, en muchas ocasiones no lo hacen. Para sufrir depresión no debió pasar algo muy grave en la vida; los eventos desafortunados a veces funcionan únicamente como detonante, como “la gota que derrama el vaso”; pero en muchas otras no hay un evento estresante y, no obstante, la patología está presente.
Vargas Huicochea añadió que otra falacia es que los antidepresivos son fármacos que causan adicción o que son muy fuertes y dañan otros órganos. “Por su propia acción a nivel cerebral no tienen cómo generar una dependencia física; si se usan por tiempos establecidos es porque son necesarios y están cumpliendo una función específica en el cerebro”.
La autora de Salud mental y psiquiatría. Todo lo que siempre habías querido saber y no te atrevías a preguntar recordó que la tristeza, como otras emociones, es inherente al ser humano. Hay días mejores que otros, unos son buenos y otros malos, y dentro de estos últimos nos sentiremos desmotivados o “apachurrados”, pero eso no es suficiente para decir que estamos deprimidos.
Cuando la tristeza se presenta de manera continua, por lo menos durante dos semanas de forma constante y se acompaña de algunas otras manifestaciones, ocasionando que la persona experimente la tristeza con sufrimiento y disfunción, entonces sí se habla de depresión o lo que los médicos llaman trastorno depresivo mayor.
La experta explicó que hay manifestaciones adicionales que es indispensable identificar para saber cuándo está presente el síndrome, es decir, un conjunto de elementos clínicos que le dan forma a la depresión como patología.
Los síntomas no son sólo a nivel mental, de emociones y cuestiones del pensamiento, sino también físicos. Entre los primeros, expuso la experta, se identifica ánimo bajo, y en niños o adolescentes puede ser irritabilidad; además, incapacidad para sentir placer y un abanico de manifestaciones: preocupaciones, pensamientos de minusvalía, desesperanza, culpa irracional, dificultad en la toma de decisiones y alteraciones de la atención y la memoria.
Entre los físicos puede haber dolores inespecíficos, duele o arde el cuerpo en un malestar que impide soportar la sábana de la cama; cefalea (dolor de cabeza); falta de sueño o, por el contrario, la persona duerme mucho; alteraciones en el nivel de energía (fatiga); dolor en la espalda, y variaciones en el apetito, incremento o aumento del hambre, y de acuerdo con eso, cambio en el peso corporal.
Tratamientos
Para tratar la depresión, expuso la universitaria, se cuenta con opciones diferentes: los psicofármacos son la piedra angular en el procedimiento, sobre todo cuando es de moderada a grave. Además, la psicoterapia que es complementaria al manejo psicofarmacológico es importante, junto con la socioterapia, para promover cambios en el estilo de vida, necesarios para que la persona pueda vivir mejor.
Además, hay nuevas alternativas, como el tratamiento por estimulación magnética transcraneal o la fototerapia o psicocirugía para las formas graves del padecimiento, aclaró Ingrid Vargas Huicochea.
Por último, mencionó que los antidepresivos son altamente eficaces siempre y cuando estén bien indicados; se necesita un “traje a la medida” para cada paciente. Los que más se usan son los llamados inhibidores selectivos de recaptura de serotonina y los inhibidores selectivos de recaptura de serotonina y noradrenalina, conocidos como antidepresivos duales.
Con información de Gaceta UNAM.↵
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