Redes sociales contra la violencia laboral

En entrevista, la especialista en gestión de talento, quien ha ganado gran relevancia en los medios sociales en México en medio de la pandemia, habla sobre las “red flags” a tomar en cuenta antes de aceptar un empleo.

El Economista.
Blanca Juárez.

La burbujita en la que vivía, como ella la llama, comenzaría a romperse en una noche de insomnio de febrero de 2020. La pandemia aún no se asomaba a México, pronto miles de personas serían despedidas, y Alma Paz creía que todas conocían la diferencia entre finiquito y liquidación. “La de RH”, la cuenta en Twitter que ideó en aquella vigilia, le mostraría que el desconocimiento de los derechos y la normalización de la violencia laboral es lo común.

Intuía que en las redes se hablaba de muchos temas, pero no de los problemas cotidianos en el mundo del trabajo y cómo resolverlos. No había alguien que resolviera sus dudas de manera directa: “Hola! Es legal despedir a alguien durante la incapacidad por maternidad?? Así de: ‘cuando se acabe tu incapacidad ya no regreses, bai’”, le pregunta una mujer en un tweet.

“Yo no entendía que había tanta desinformación y ellos no entendían que tienen todos estos derechos. Al final, ambas partes nos estamos compartiendo experiencias”, dice en entrevista. La formación que ella está adquiriendo, comenta, es la defensa de los derechos humanos de las mujeres y que hay diversas expresiones de lucha, en las calles y en el trabajo. “No nací deconstruida”.

Alma Paz vive en Pachuca, Hidalgo. Estudió Gestión y Administración de Pequeñas y Medianas Empresas y algunos semestres de la carrera de Psicología. Desde hace más de 10 años labora en el área de Recursos Humanos, ahora lo hace de manera independiente.

Su primera cuenta en Twitter la abrió en 2009. Era una cuenta personal y desde ahí compartía información sobre reclutamiento, derechos laborales, procesos organizacionales. “Me preguntaban cosas, como: ‘oye me van a correr, pasa esto, ¿qué puedo hacer?’, y yo les contestaba”.

En febrero de 2020, semanas antes del caso cero de covid-19 en México y varias más antes del cierre de la mayoría de las actividades económicas, se le ocurrió algo. “Fue una coincidencia extraña, en ese momento no podíamos ni imaginar todo lo que vendría. En una noche de insomnio pensé en abrir una cuenta porque no había nada sobre derechos laborales”.

Comenzó ella siguiendo a sus amistades y gente que la conocía de la otra cuenta y “fue creciendo. No fue algo planeado o algo con lo que yo quisiera hacer ruido. Yo quería crear un espacio en el que, si necesitaban saber algo sobre temas laborales, ahí lo pudieran encontrar”.

Ahora “La Bruja de RH”, con sus brebajes de información laboral y sarcasmo, tiene más de 46,700 seguidores.

Pequeños primeros pasos

“Nunca me había puesto a pensar en muchas cosas que he visto ahora. Yo creía que toda la gente tenía este tipo de información, estaba en mi burbujita”, dice. “Me di cuenta que estamos tan acostumbrados al maltrato laboral, está tan normalizado el abuso” que difícilmente lo detectamos y menos, lo combatimos.

Para la generación de los baby boomers “lo normal” era un mundo laboral jerárquico, vertical, en el había que aguantar y donde el empleo se anteponía a todo. “Lo vi con mis padres, la vida era el trabajo y pues, no. Mucha gente sigue con esa mentalidad de despellejarse por el trabajo. Trabajamos para tener un sueldo para vivir, no vivimos para trabajar”.

Pero romper con esa idea no es fácil, ni colectiva ni personalmente. Ella misma ha tenido que demandar a alguna empresa porque la despidieron de manera injustificada y se negaba a otorgarle la cantidad que le correspondía. “Los patrones creen que no te lo mereces y que pueden no pagarte la compensación de ley, es una batalla constante”.

Sin embargo, quizá haya un avance. En su primera cuenta y en los primeros meses de esta otra, ya con la pandemia con la mitad del cuerpo en México, de lo que más le preguntaban era sobre sus derechos ante los despidos, cuánto les correspondía, dónde denunciar.

“Ahora lo que más me preguntan es qué hacer en caso de violencia o acoso laboral. Ya la gente quiere saber cuáles son las red flags (banderas rojas o señales de alerta) de las empresas para contratarse con ellas o no. Ya empieza el rollo de prevenir, de saber dónde no quieres estar. Eso me gusta mucho, parece muy bueno: saber dónde no quieres estar”.

Las red flags laborales

Y algunas de esas advertencias a tomar en cuenta para detectar un mal lugar para trabajar, según Alma, son:

Desde el inicio te mencionan que no hay horario de entrada y de salida. La Ley Federal Trabajo estipula 8 horas, con tiempo para comida.

Que no paguen horas extra.

Frases como “no estás dando la milla extra”, para presionar a que hagas más trabajo por el que no te van a pagar.

“No te pones la camiseta”, es otra, con la que manipulan para que te alinees a sus políticas que violan derechos.

La mala desorganización de los mandos altos provoca que la gente labore hasta muy tarde para sacar trabajo atrasado.

El maltrato, por más sutil que parezca.

La de RH sabe, sin embargo, que muchos ambientes laborales están plagados de todo esto. Y no sólo las personas con un puesto de liderazgo son quienes ejercen la violencia. “Cuando estás inmiscuido en ese entorno, empiezas a normalizarlo y a replicarlo. Hasta que un día te das cuenta que te contagiaste de toda esa toxicidad y es muy fuerte. La estabas pasando horrible y al final te convertiste en eso”.

A ella le ocurrió. “Afortunadamente logré salir a tiempo de ese círculo de abusos laborales” y no volver a permitirlos ni a reproducirlos. Hace cuatro años que se encarga del proceso de reclutamiento para diversas empresas. “Desde que no voy a una oficina, ha cambiado mi perspectiva, veo cosas que yo también ya hacía y no debía”.

Las red flags para las mujeres

En un país, o un mundo, en el que la violencia contra las mujeres ha sido de las más normalizadas, habría que hacer una lista de banderitas rojas para esta población. Por ejemplo, “la discriminación contra las mamás es una de las más fuertes y la he vivido”.

En las entrevistas de trabajo a ellas le preguntan si tiene hijos o si tienen planes de tenerlos, señala. En caso de que sea mamá, le cuestionan quién se los cuida y cómo le haría para no descuidar el trabajo. “A los hombres no les pasa, y si son papás jamás les preguntan quién cuida de sus hijos”.

Las madres trabajadoras “no tendríamos por qué se cuestionadas o despedidas”. Es hora de que las empresas sean flexibles para que tanto mujeres como hombres realicen su trabajo de cuidados, “porque la crianza es una responsabilidad compartida”.

La especialista en temas laborales, quien prácticamente se ha convertido en una influencer, habla también sobre la violencia que viven las mujeres fuera del centro de trabajo, pero que se relaciona con su empleo.

“El confinamiento aumentó los ataques contra niñas y mujeres en casa”. En una situación de agresiones, en la que incluso su vida podría peligrar y debe buscar un refugio, seguir laborando se vuelve complicado. Al menos en lo que puede estabilizar los asuntos de urgencia. Sin embargo, no todas las personas empleadoras están dispuestas a ayudar a las trabajadoras en ese trance.

“Lo más importante siempre será preservar la salud. Si la empresa no te da permiso para hacer los procedimientos necesarios, es un lugar donde no quieres estar. Déjalo, ningún trabajo vale más que tu integridad”.

Por supuesto, habrá que ir por partes, dice. “Yo recomiendo algo que a mucha gente no le gusta que diga: Tomen lo que necesiten en el momento en el que lo necesiten. Todos hemos estado en el punto de agarrar lo que sea o continuar en un trabajo por tener un ingreso. Una vez que estén más o menos bien, busquen el empleo que les guste, uno donde les respeten, que es lo mínimo que las empresas deben ofrecer”.

Pero en cualquier momento del proceso en el que se encuentren, en este u otro caso, todas las personas trabajadoras deben informarse, denunciar y dar seguimiento a esa denuncia, enfatiza. “No importa cuantas cuentas en las redes sociales se abran, cuántos reportajes sobre derechos laborales se escriban, si nosotros no hacemos algo, no importa cuánta información haya en Internet, nada va suceder nada si no accionamos”.

Con información de El Economista.

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