Sistema nacional de cuidados
Si el valor económico del trabajo del hogar y de cuidados no remunerado, que realizan principalmente las mujeres, equivale a más de 6.4 billones de pesos, eso nos da un parámetro del potencial que tendría crear nuevos empleos dedicados al bienestar de otras personas y mejorar los que existen, sostuvo Mónica Orozco, investigadora visitante del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
Además del trabajo sin remuneración que se hace en los hogares, está aquel por el cual las personas sí reciben un salario, recordó la economista y actuaria en una conferencia virtual organizada por Acción Ciudadana Frente a la Pobreza (ACFP). “El trabajo dedicado al cuidado de la salud física y mental, la nutrición, el cuidado de la infancia y el de las trabajadoras del hogar”.
En México, nueve de cada 10 personas empleadas del hogar son mujeres. El empleo doméstico comprende el 10% de la fuerza laboral femenina del país, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Sin embargo, las mujeres que se dedican a ese trabajo “se caracterizan por carecer de seguridad social y son las trabajadoras que menos reciben ingreso, a pesar de que su contribución es sustantiva para el sostenimiento de los hogares”.
Por ello, dijo, el sistema nacional de cuidados debe contemplar el trabajo remunerado para dignificar las condiciones de quienes ya lo realizan. También permitiría pueden crear nuevos puestos de trabajo.
El Senado tiene entre sus pendientes la reforma para crear dicho sistema, la cual ya fue aprobada en la Cámara de Diputados desde noviembre de 2020. Hacerlo mejoraría el cuidado de las personas, liberaría el tiempo de millones de mujeres y permitiría que más de ellas accedieran a un trabajo con salario.
El trabajo de cuidado en números
De acuerdo con el Inegi, las labores domésticas y de cuidado aportan a la economía nacional el equivalente al 27.6% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que casi ninguna industria. Y son las mujeres quienes aportan mucho más, el 73.3%, mientras que los hombres, el 26.7 por ciento.
La desigual carga de trabajo del hogar, que se le consigna a las mujeres por roles de género, mantiene a muchas en la pobreza. Este problema además afecta en general la economía del país.
Más de 14.5 millones de mujeres no pueden buscar un empleo porque no les tiempo después de todo el trabajo sin paga que hacen en casa, indicó Paulina Gutiérrez, de ACFP, citando datos del Inegi. Esa cifra representa el 95% del total de la población que se dice no disponible para laborar porque se dedica a las tareas de cuidado.
Por lo tanto, sólo cuatro de cada 10 mujeres en condición y edad de trabajar lo pueden hacer. De esas cuatro mujeres, algunas tienen empleo, otras están desempleadas y en busca de un trabajo. Pero obtener uno “no les garantiza salir de la pobreza y vivir dignamente”.
Su poca disponibilidad de tiempo por el trabajo de cuidados lleva a muchas a aceptar empleos precarios, por lo que seis de cada 10 trabajan sin seguridad social y sin contratación estable. Con lo que gana el 70% de las trabajadoras, no pueden salir del umbral de la pobreza, apuntó Paulina Gutiérrez.
¿Qué implica la reforma en el tintero?
Un sistema nacional de cuidados “es un conjunto de acciones, políticas y programas para garantizar el derecho al cuidado”, tanto de quienes lo reciben como de quienes lo proveen, explicó Mónica Orozco, directora de la asociación Género, Desarrollo, Economía, Rendición de Cuentas y Sustentabilidad (Genders).
Y la reforma que impulsaron diputadas feministas en la legislatura anterior reconoce ese derecho y lo eleva a rango constitucional, al modificar los artículos 4º y 73 de la Carta Magna para establecer que el Estado garantizará el derecho al cuidado digno, con base en el principio de corresponsabilidad entre mujeres y hombres, las familias, la comunidad y el mercado.
También se reconoce que las personas tienen derecho al tiempo propio, pues al encargarse de alguien más, sin un equilibrio justo ni la ayuda del Estado, dejan de cuidarse a sí mismas. Ordena también expedir la ley del sistema nacional de cuidados, pero prohíbe que se creen nuevas dependencias o instituciones y tampoco le dota de presupuesto.
Hay una preocupación por los recursos que se necesitan para echar a andar el sistema nacional de cuidados y, “efectivamente, necesitamos invertir una cantidad importante para consolidarlo”, dijo la investigadora. “Y digo invertir porque es eso, invertir en el bienestar y desarrollo de capacidades de las personas para que puedan desarrollarse en los distintos ámbitos de la vida”.
Pero también es necesaria la participación del sector privado, “porque no todo tiene que ver con presupuesto. Las empresas tienen flexibilizar las posibilidades de cuidado”, ya sea con jornadas más cortas y trabajo efectivo.
Con información de Blanca Juárez, El Economista.↵
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