Sindicato petrolero, el botón de muestra de la ausencia de mujeres en las dirigencias
“Las trabajadoras nos enfrentamos a muchas desventajas desde la contratación y a lo largo de toda nuestra trayectoria laboral”, y el sindicalismo es una analogía de lo que sucede en la empresa, lamenta Rosario Ortiz, coordinadora de la dirección colegiada de la Red de Mujeres Sindicalistas (RMS). En ese sentido, no es extraño que el sindicato de Pemex, con arraigadas prácticas de corrupción, obstaculice también la equidad de género, señala Héctor de la Cueva, coordinador del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS).
El 31 de enero, más de 11,000 integrantes del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) eligieron, por primera vez de manera directa a su dirigente. Resultó electo Ricardo Aldana, implicado en el desvío de recursos a la campaña presidencial del priísta Francisco Labastida (Pemexgate) y uno más de los representantes del viejo sindicalismo.
Las votaciones se organizaron para elegir únicamente a quien ocuparía la secretaría general, la cual dejó vacante Carlos Romero Deschamps desde octubre de 2019. Aldana ya era parte del comité ejecutivo, era el tesorero. Al permanecer en la directiva, el cuerpo de gobierno, conformado por 11 carteras, sigue siendo ocupada totalmente por hombres.
Antes de esos comicios, a finales de 2021, el sindicato renovó las directivas de sus 36 secciones. En cuatro de ellas se repetirá la votación, debido a irregularidades, pero no fue elegida ninguna mujer. Es decir, la toma de decisiones en el sindicato está dominada por los hombres.
La reforma laboral de 2019 dispuso herramientas para democratizar los sindicatos y para terminar con la hegemonía masculina. “En la integración de las directivas sindicales se establecerá la representación proporcional en razón de género”, indica la fracción IX Bis del artículo 371 de la Ley Federal del Trabajo (LFT).
Como muchos renglones de la reforma laboral, la equidad de género está muy lejos de concretarse y consolidarse en el sindicalismo mexicano, apunta Héctor de la Cueva. Y particularmente en Pemex, dice Rosario Ortiz, “donde la disidencia ha sido reprimida, recibido amenazas y dirigentes de oposición han sido asesinados”, es decir, el sistema patriarcal en su máxima expresión, una ley no basta.
Irregular por donde se mire
Una de las primeras obligaciones que debían cumplir los sindicatos es reformar sus estatutos en materia de democracia, transparencia y equidad de género. Pero la mayoría no lo ha hecho. El STPRM tampoco, lo que hizo fue poner un buzón en su página: “Compañeras, es para ustedes, queremos escucharlas y saber qué está pasando con las compañeras, quejas, necesidades y situaciones que requieran de nuestro apoyo”.
En su plan de trabajo 2022-2024 señala que habrá un “nuevo modelo operación de la oficina del secretario general”, en el cual la inclusión será una de las líneas de acción. “Respeto a la mujer” es una de sus ideas para ser incluyentes, eliminar todo tipo de violencia y discriminación, así como “fomento a la equidad e igualdad de oportunidades”.
La dirigencia de Pemex podría señalar que la proporcionalidad de género no se aplica a la elección de la dirigencia nacional porque fue para un solo un cargo, “pero el tema es que todo el comité ejecutivo actual es ilegal por varios puntos, y la falta de mujeres es uno”, dice Héctor de la Cueva. Aldana es trabajador de confianza y no han reformado sus estatutos, son otros.
El sindicato petrolero debió haber elegido a todo el comité ejecutivo nacional e incluir el criterio de proporcionalidad de mujeres, sostiene el coordinador del CILAS. Pero incluso en la elección de un solo cargo se puede incorporar una acción afirmativa para proteger el derecho de las trabajadoras, opina.
El especialista propone la creación de un un mecanismo de vigilancia y fiscalización en el que, además de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), participen organizaciones de mujeres.
La riesgosa trayectoria sindical femenina
A pesar de que en Pemex cada vez hay más mujeres en varias áreas, en las plataformas su presencia sigue siendo contada, porque deben pasar un mes o más en esas instalaciones marítimas, y su participación sindical no ha podido ser más visible, dice Rosario Ortiz.
En el sindicato, como en el trabajo, expresa, “las mujeres deben ganarse un sitio, demostrar que tienen la capacidad para resolver problemas, ganarse la escucha y el respeto a sus opiniones políticas”, que son ignoradas sólo por el hecho de que quien las pronuncia es mujer.
Y si llegan a un cargo, tienen que negociar el tiempo con la familia o con la pareja, si es que apoya su vida sindical, en muchos casos deben echar mano de la red con la que cuenten para que las apoyen en su trabajo de cuidados, explica. “En el sindicato no hay horario, tienes que estar ahí cuando se requiera”.
Los espacios de negociación y construcción de políticas no siempre son en la sede del sindicato, “muchos acuerdos se hacen en restaurantes o bares”. Y no es que esté prohibida la entrada de mujeres, pero hay varias cuestiones: algunas pueden tener problemas con sus parejas o familias por acudir y, al ser otro espacio de dominio masculino, podrían no ser tomadas en cuenta de la misma manera, ser acosadas o simplemente ignoradas.
“Las campañas que hemos hecho desde el movimiento feminista y, en especial en el mundo del trabajo, han ido reduciendo esas brechas. Pero no de la manera que quisiéramos”, porque cuando llegan a dirigencias locales, estatales o nacionales están expuestas a violencia política en razón de género y a ser relegadas a los cargos de menos decisión en la estructura sindical, puntualiza Rosario Ortiz.
El sindicato de Pemex se ha caracterizado durante mucho tiempo por su antidemocracia, y las prácticas que utiliza inhiben y obstaculizan a las mujeres, agrega.
Al respecto, Héctor de la Cueva comenta: “Quieren mantener al frente a hombres, impuestos por la fuerza y viejos liderazgos”. Luego de la reforma de 2019, muchos sindicatos se ampararon contra la obligación de integrar a mujeres en las directivas, intentaron impedir su entrada por la vía jurídica, pero también la frenan “por la vía de los hechos, negándose a crear políticas para facilitar su participación”.
Por supuesto que alguna que otra mujer ha logrado atravesar todas esas paredes y no siempre ha sido lo que se esperaría, como el caso de Elba Esther Gordillo en el sindicato magisterial.
“Para sobrevivir, muchas se masculinizan. No por ser mujer harán política sindical diferente”, dice Rosario Ortiz. Sobre todo, cuando es lo que aprendieron y son las reglas del juego. De ahí la importancia de la formación y de que tengan la posibilidad de desarrollarse sindicalmente de manera libre, sin tener que esquivar a cada momento las viejas formas y el peligro de caer en ellas.
Con información de Blanca Juárez, El Economista.↵
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