¿Qué es violencia, acoso y hostigamiento en el ámbito laboral?
La violencia laboral puede dañar a las personas prácticamente en todas las esferas de su vida. Sin embargo, a las mujeres y las niñas, las afecta “de manera desproporcional”, reconoce el Convenio190 sobre la Violencia y el Acoso, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Hace unas semanas el Senado ratificó este convenio, que protege a quienes laboran en cualquier tipo de actividad y en los diferentes espacios donde la lleven a cabo. Si bien se ha informado sobre lo que establece el documento como tal, en esta ocasión queremos partir de lo básico: ¿Qué es violencia laboral, qué es acoso y qué es hostigamiento?
» Violencia laboral
Independientemente de la relación jerárquica, la violencia laboral es el abuso de poder, dice la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVV) en su artículo 10.
Algunas de sus formas, según dicha legislación son:
La negativa ilegal a contratar a una persona
Obstaculizar su permanencia en el trabajo
Afectar sus condiciones laborales generales
Descalificación su trabajo
Amenazas, intimidaciones, humillaciones
Explotación
Negar el período de lactancia
Todo tipo de discriminación
Acoso sexual
Hostigamiento sexual
La violencia puede ser en un solo evento o de manera repetitiva.
» Hostigamiento laboral o sexual
Es la violencia que proviene de alguien con un puesto superior al de la víctima. Según el artículo 3o Bis de la Ley Federal del Trabajo (LFT), “se expresa en conductas verbales, físicas o ambas”.
El hostigamiento laboral puede ser además sexual. Es común que un jefe agresor inicie con hostigamiento sexual y cuando las empleadas los rechazan, ejerza hostigamiento laboral.
En el futbol es algo común, dice la periodista e investigadora Adrianelly Hernández. Cuando las jugadoras no aceptan las proposiciones de los entrenadores o directores técnicos, como castigo, las mantienen en la banca. Así que “terminan yéndose del equipo y, muchas veces, abandonando su carrera”.
El hostigamiento laboral en el trabajo del hogar, como seguramente en otros empleos, es una práctica frecuente para hacer que la gente renuncie “y no te paguen liquidación”, señala María de la Luz Padua Orihuela, secretaria colegiada del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho).
“También lo hacen cuando decidimos embarazarnos o cuando notan que conocemos nuestros derechos. Dicen que ya no hacemos bien la limpieza, nos acusan de robo o de alguna otra conducta indebida”.
Este tipo de violencia proviene principalmente de las mujeres, señala. Pero incluso “de las niñas, niños o adolescentes, a quienes les permite que nos hablen de manera indigna o que incluso nos agredan físicamente”, cuenta. El hostigamiento sexual proviene principalmente de los empleadores hombres, agrega.
» Acoso sexual
El acoso sexual lo realiza alguien del mismo rango jerárquico organizacional. Aunque también “hay un ejercicio abusivo del poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima”, define el artículo 3º Bis de la LFT.
“Sufrimos de acoso sexual de los vigilantes, jardineros y de quienes realizan otro tipo de servicios en la casa donde trabajamos, con quien surte el gas, o a veces de las visitas de la familia”, expone María de la Luz Padua.
Adrianelly Hernández explica que el acoso sexual que sufren las futbolistas en el trabajo puede venir de preparadores físicos, psicólogos, fisioterapeutas, nutriólogos y, en general, del cuerpo técnico que se supone debe apoyarlas y son colegas.
La intersección del trabajo y la escuela
El Convenio 190 de la OIT protege a las personas trabajadoras cualquiera que sea su situación contractual, incluso a pasantes y aprendices. Esto es importante, pues, por ejemplo, en la industria cinematográfica y audiovisual es común que quienes aún no han terminado la escuela se integren a proyectos para adquirir experiencia y crear redes laborales.
En ese tránsito de la escuela al ámbito profesional, “las mujeres desconocen sus derechos como estudiantes y no reconocen sus derechos como trabajadoras”, porque no se asumen como tal, lamenta Rosa Salazar, una de las coordinadoras de Red Lucerna.
Dicha colectiva de trabajadoras de la industria cinematográfica y audiovisual en América Latina fue creada para impulsar la ratificación del Convenio 190 y vigilar su implementación.
Rosa Salazar destaca que la ley de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia vincula la violencia en el trabajo con la violencia docente. Esto se debe a que las agresiones en el ámbito académico repercuten en la formación de las alumnas y, a su vez, tiene un impacto económico y laboral, explica.
“La violencia expulsa a las mujeres del trabajo”, sintetiza la activista. Según el artículo 10 de la LGAMVLV y el artículo 1º del Convenio 190, la violencia laboral, el hostigamiento y el acoso sexual dañan:
La autoestima
La salud
La integridad
La libertad y la seguridad de la víctima
Impiden su desarrollo
Atentan contra la igualdad
Causan daño físico, psicológico, sexual o económico
¿Dónde ocurren la violencia y el acoso? El Convenio 190 señala que el acoso en el mundo del trabajo ocurre “durante el trabajo, en relación con el trabajo o como resultado del mismo”.
Y, entre otros lugares donde esto puede ocurrir es en espacios públicos y privados, en los vestuarios, en desplazamientos al empleo, viajes, eventos o actividades sociales o de formación relacionados con su actividad profesional.
Esto es muy importante para las trabajadoras de diferentes sectores. Para las del hogar, que laboran en espacios privados; para las futbolistas, cuando reciben acoso de los aficionados; para las mujeres en la industria cinematográfica, al trasladarse a una locación o al presentar sus proyectos en eventos o festivales de cine, se vuelve trascendental.
La solución no es escondernos
Hay una permisividad de la violencia en las instituciones docentes y laborales, dice Rosa Salazar. Ante eso, muchas mujeres han introyectado “que si quieren desarrollarse tienen que soportar” el hostigamiento y el acoso. En el ámbito cinematográfico y audiovisual “hay una especie de iniciación dolorosa”, dice.
“Las futbolistas no se sientan arropadas por las federaciones para denunciar, sólo toman la decisión de irse”. En ese sector no hay protocolos para prevenir, atender, sancionar y reparar el daño, sólo el Club León ha comenzado a dar los primeros pasos, dice la especialista en futbol.
“Mantenemos el respeto a las futbolistas que no quieren hacerlo público, pero hay muchos casos de agresión sexual. En el futbol femenil está muy presente la visión de las mujeres como objeto de consumo”, lamenta.
La falta de protocolos es quizá una carencia en la gran mayoría de los centros laborales, a pesar de que el artículo 132 de la LFT establece que todos los centros laborales deben incorporar este instrumento contra el hostigamiento y acoso sexual.
“Las cineastas han sido acosadas, hostigadas física y sexualmente en el espacio laboral por el simple hecho de ser mujeres y porque existen las condiciones para que suceda. La solución no es que se resguarden. Los empleadores y las instituciones tienen la obligación generar las condiciones de seguridad en general”, apunta Rosa Salazar.
La Red Lucerna propone que en el ámbito laboral se establezca un mecanismo similar al derecho a la salud: garantizar espacios libres de violencia contra las mujeres desde el acceso, el tránsito y la permanencia en el trabajo.
Con información de Blanca Juárez, El economista.↵
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