Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil

El trabajo infantil es una consecuencia inevitable de la pobreza, pero no podemos resignarnos a que exista, dijo este lunes el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, en la jornada de apertura de un cónclave internacional para discutir cómo acabar con ese lastre universal.

Delegados de todos los países participan presencial o virtualmente en la 5ª Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil, que se celebra en Durban, Sudáfrica.

Según los datos más recientes de la OIT, en la actualidad hay en el mundo unos 160 millones de niños que trabajan, es decir, uno de cada diez del total de la población infantil global.

El alarmante número va en aumento, sobre todo a partir de la pandemia de COVID-19, que exacerbó la desigualdad y carencias, sobre todo en las familias más pobres. Esta tendencia -acentuada en el grupo de edad de cinco a once años-, amenaza con revertir años de progreso.

Dado este panorama, la Conferencia arrancó con una exhortación a la acción urgente para combatir ese flagelo.

Guy Ryder insistió en que el trabajo infantil no se debe aceptar en ninguna circunstancia.

“No debemos hacerlo. Lo esencial es abordar las causas profundas, como la pobreza de los hogares”, subrayó.

La OIT reportó que en los últimos cuatro años, 8,4 millones de niños se sumaron a los menores que trabajan y advirtió que millones más están en riesgo de seguirlos como consecuencia de la crisis generada por el COVID-19.

Recuperar los avances
En este sentido, los oradores de la Conferencia destacaron la necesidad imperiosa de recuperar los avances que se habían conseguido en muchas regiones antes de la emergencia sanitaria, aludiendo a la meta acordada de erradicar ese azote para 2025.

Las cifras desagregadas muestran que el mayor aumento ocurrió entre los niños de cinco a once años, que por el momento constituyen más de la mitad de todos los casos de trabajo infantil.

En cuanto a los niños de cinco a 17 años que realizan trabajos peligrosos, la cantidad se incrementó en 6,5 millones, para llegar a 79 millones.

Violación de un derecho humano
“El trabajo infantil es la violación de un derecho humano básico, y nuestro objetivo debe ser que todos los niños, en todas partes, estén libres de él. No podemos descansar hasta que eso ocurra”, enfatizó Ryder.

En la inauguración de la Conferencia estuvo presente el presidente sudafricano, Cyril Rhamaphosa, quien pidió a los delegados emprender acciones “de gran alcance” para hacer una diferencia en la vida de los niños.

“El trabajo infantil en todas sus facetas es un enemigo. Es un enemigo del desarrollo de nuestros niños y un enemigo del progreso. Ninguna civilización, ningún país y ninguna economía pueden considerarse a la vanguardia del progreso si su éxito y su riqueza se han construido sobre las espaldas de los niños”, afirmó el mandatario.

 ¿Dónde trabajan los niños?

El sector agrícola representa el 70% de los niños en situación de trabajo infantil (112 millones), seguido por el rubro de los servicios con un 20% (31,4 millones) y la industria con un 10% por ciento (16,5 millones)
Casi el 28% de los niños de cinco a once años y el 35% de los de doce a 14 años en situación de trabajo infantil no van a la escuela
El trabajo infantil es más frecuente entre los niños que entre las niñas, independientemente de la edad. Si se tienen en cuenta las tareas domésticas realizadas por 21 horas o más a la semana, la brecha de género se reduce
El trabajo infantil en zonas rurales (14%) es casi tres veces más frecuente que en zonas urbanas (5%)
Implicaciones del trabajo en los niños
Los niños en situación de trabajo infantil corren el riesgo de padecer daños físicos y mentales. El trabajo infantil merma su educación, restringe sus derechos, limita sus oportunidades en el futuro, y da lugar a círculos viciosos intergeneracionales de pobreza y más trabajo infantil.

Para evitar que el trabajo infantil siga ganando terreno, la OIT y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), recomiendan acciones concretas como:

Fomentar una protección social adecuada para todos que incluya prestaciones universales por hijos
Aumentar el gasto en una educación gratuita y de calidad, y facilitar el regreso de todos los niños a la escuela, entre ellos los que estaban sin escolarizar antes de la pandemia de la COVID-19
Promover el trabajo decente para los adultos, con el objetivo de que las familias no tengan que recurrir a la ayuda de sus hijos para generar ingresos familiares
Poner fin a las normativas de género ineficaces y a la discriminación que propician el trabajo infantil
Invertir en sistemas de protección de la infancia, el desarrollo del sector agrícola, servicios públicos rurales, infraestructuras y medios de subsistencia

Con información de Organización de las Naciones Unidas.

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