El Instituto de Capacitación del Trabajo ofrece cursos para motociclistas

La vida del motociclista Andrés Beltran Gallardo cambió de golpe cuando en un accidente perdió su pierna izquierda. Dice que el no fue el responsable del percance sino que un automovilista lo embistió. Ahora Andrés quiere conseguir trabajo como instructor de motociclismo del que tiene experiencia desde hace varios años.

Por eso se inscribió en el curso básico para la conducción de motocicletas que ofrece el Instituto de Capacitación para el Trabajo (Icat).

Advierte que manejar una moto tiene sus riesgos porque en ese caso “uno es la carrocería del vehículo”.

Afirma que para disminuir los accidentes en las vialidades es necesario que todos los conductores sea de motocicletas, automóviles, bicicletas, así como los choferes de transportes públicas y lios propios peatones tengan cultura vial y obedezcan la respectiva normatividad.

Recuerda que hace 12 años no circulaban tantas motocicletas como ahora, había una pequeña escuela de vialidad en Chapultepec.

“…Nos llevaban para que aprendieramos a distinguir los colores y señalizaciones habia un circuito con semáforo pero ya no existe y creo que el curso es fundamental para evitar accidentes, yo veo como motociclista con discapacidad que esa enseñanza nos hace tomar conciencia de los riesgos al concúbito y de cómo evitar los accidentes viales”.

El entrenamiento del Icat incluye temas como las medidas para salvaguardar la seguridad propia: el uso de casco, guantes, y respeto al Reglamento de Tránsito.

Sin embargo mucha gente toma el curso lo aprueba, obtiene su licencia y luego se comporta de manera tan irresponsable como lo hacía antes de dicha capacitación.

Es mejor poner en práctica lo que se enseña en esos cursos en lugar de cobrar conciencia luego de haber sufrido un accidente tan fuerte como él, yo tuve y que fue causa de la amputación de mi pierna.

Situaciones como esa son muy costosas tanto en el aspecto humano pues uno puede quedarse sin empleo además de que las prótesis son muy caras pues su costo puede ascender a más de 150 mil pesos.

Esos accidentes implican un cambio total de vida, “no es cono sacarse una uña enterrada” afirma.

Con información de Bertha Teresa Ramírez , La Jornada.

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