“Ya ganamos los derechos en el papel, ahora le toca al Estado hacerlos realidad”

La lucha por los derechos de más de 2.3 millones de personas, principalmente mujeres racializadas, la iniciaron y la han continuado las trabajadoras del hogar. Es momento que las instituciones hagan su parte, dice en entrevista la líder del gremio.

El año no ha terminado y mucho menos para Marcelina Bautista. Sigue atendiendo reuniones de trabajo y agendando otras, ejecutando estrategias y planeando nuevas, respondiendo entrevistas, coordinando la formación política y técnica de trabajadoras del hogar, organizando foros de discusión y hablando con autoridades para que cumplan lo que les toca.

En medio de todo ello se daetiene para hacer un recuento de lo logrado en 2022. Detenerse es un decir, porque hablamos de camino a las instalaciones del Centro Nacional para la Capacitación Profesional y Liderazgo de las Empleadas del Hogar (Caceh), organismo que fundó y dirige.

“El avance en la lucha por un trabajo digno ha sido significativo”, dice. Sin embargo, “el reto es la implementación”. En noviembre, el Congreso aprobó la obligatoriedad de la seguridad social para las trabajadoras del hogar. Quien contrate a una empleada tiene la obligación de afiliarla al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Llevaban décadas exigiendo ese derecho humano, cuyo acceso, hasta este año, quedaba a voluntad de las personas empleadoras. En 2019, con una reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) lograron el reconocimiento de otras garantías básicas, como jornada laboral de ocho horas, vacaciones y aguinaldo, entre otras más.

Queda pendiente el acceso a un crédito para la vivienda mediante el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) y la inspección laboral para verificar las condiciones en que son empleadas.

“Se siguen escudando en que el hogar es un espacio privado y nadie puede entrar a inspeccionar. Pero para nosotras son un centro de trabajo y, como lo establece el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), todos los trabajos tienen que estar libres de violencia y para ello debe haber vigilancia”.

Falta mayor difusión de los cambios
En abril de 2019, por un mandato de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el IMSS inició un programa piloto de afiliación para este grupo de trabajadoras y trabajadores, compuesto en 90% por mujeres; con diferentes adecuaciones, funcionó durante tres años.

Pero en ese tiempo, sólo se logró la afiliación del 2% de las más de 2.3 millones de trabajadoras del hogar. Muchas veces el incumplimiento se debe a “que no tienen tan claro cómo hacer el trámite, o realmente no se han enterado”, explica Marcelina Bautista, cuya defensa por los derechos de este gremio es reconocida a nivel internacional.

La desinformación abona al abuso al que siempre están expuestas. “Los empleadores les dicen que si quieren el Seguro, lo van a descontar de su salario, o las registran con el salario mínimo aunque su sueldo sea mayor” para no pagar una cuota más alta.

Ya lograron que se reconozcan sus derechos, ahora falta que la gente los cumpla y las autoridades las hagan cumplir. Para ello se requiere de difusión de la información, dice. “Y eso no solamente nos corresponde a nosotras, también al Estado. Las instituciones deben difundir las políticas públicas que han creado o las leyes que han reformado”.

Las trabajadoras del hogar organizadas están haciendo su parte, recalca. “Parte fundamental de nuestra lucha es informar a las trabajadoras del hogar sobre sus derechos y buscar estrategias de comunicarlos a las personas empleadoras”. Pero no pueden asumir la total responsabilidad de hacerlo.

“Nosotras comenzamos a visibilizar la discriminación que vivimos y luego a incidir para lograr las reformas legislativas que tenemos ahora”, expresa. Hacen falta más cambios, pero hay un avance y éste se nota más al hacer un análisis regional.

“Recuerdo que cuando participé en el primer encuentro latinoamericano de trabajadoras del hogar en 1988, donde estuvimos 11 países y México no tenía nada, absolutamente nada. Al prepararnos para el encuentro no encontramos ningún estudio y tampoco nosotras sabíamos bien qué era tener un trabajo digno o qué derecho teníamos”.

De esa reunión surgió la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (Conlactraho). Esa primera organización regional “nos ayudó a encontrar, en conjunto, a todos los países la forma de reivindicar nuestros derechos. La meta también era visibilizar al nivel internacional nuestra situación y en eso estamos. Hay países que siguen avanzando, pero México ya se igualó a muchos y avanzó más que otros”.

Proyectos de corto plazo desde Caceh
Además de seguir luchando por los derechos que hacen falta y la implementación de los que ya lograron, desde Caceh tienen varios pendientes más. “En 2020 ampliamos nuestra cobertura y ya estamos presentes en siete estados y seguimos promoviendo nuestros derechos todos los domingos”.

Este año inauguraron “La Casa Aída” en la Ciudad de México, en honor a Aída Moreno Valenzuela, trabajadora del hogar que formó en Chile el primer sindicato del gremio y quien falleció en 2021. En ese centro una primera generación de empleadas recibió formación en técnicas del trabajo en el hogar y en el conocimiento de sus derechos.

También en este año, junto con otras compañeras, fundó la Cooperativa para el Desarrollo Integral de las Trabajadoras del Hogar (Coodepth). El siguiente año empezará a implementar un programa de colocación y uno de capacitación. “Además, brindamos asesoría en conjunto con la Procuraduría de la Defensa del Trabajo de la Ciudad de México”.

La activista hace un llamado a otras trabajadoras a organizarse. “Sumemos esfuerzos por nuestros derechos, ellas deben saber que deben contar un trabajo digno. En Caceh estamos trabajando para fortalecer el liderazgo de las compañeras para que repliquen esto en sus lugares de origen”.

Con información de Blanca Juárez, El Economista.

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