Perder el empleo después de los 45

Las cifras de empleo muestran una importante tendencia de salida del mercado laboral formal de las personas a partir de los 45 años de edad. Un despido después de dicha edad tiene no sólo implicaciones financieras, también médicas, emocionales y vocacionales importantes.

Uno de los mayores temores de las personas a partir de cumplir los cuarenta y tantos es acercarse al final de su vida laboral, de manera abrupta, mediante un despido. Saber que el tiempo es limitado para generar ingresos estables que cubran las necesidades inmediatas, ya sean individuales o familiares, es una de las mayores aflicciones que se transitan durante ese lapso. Por lo menos hasta que se consiga otra fuente económica.

Ese tramo de la vida empata, en general, con la llegada de enfermedades cardiovasculares, diabetes, cánceres, obesidad y, posiblemente, con el acompañamiento de enfermedades de salud mental relacionadas con los cambios de niveles bioquímicos o una etapa de estrés continuada, las cuales requieren en ese momento de atención médica y psicológica de forma permanente.

Las personas se dan cuenta que los años han pasado y con ello vienen grandes cambios que no son aceptados de forma inmediata, como la estética corporal y la funcionalidad física, los cuales plantean limitantes de salud, psicosociales, deportivos, pero preponderantemente de trabajo. Como consecuencia, la libertad de poder cambiar a otra fuente de empleo resulta restrictiva.

Las cifras del IMSS demuestran, con evidencia, la caída de personal mayor a 45 años dentro del empleo formal, el sistema más importante del país. En la estadística de 2021 se puede observar, por ejemplo, que la población asegurada de entre 25 y 29 años representa 3.4 millones de personas, pero al entrar a la edad de 45 a 49 años, ésta desciende a 2.2 millones de personas y en el grupo de 50 a 54 años baja a 1.2 millones de personas. Cambios etarios mucho más marcados de los que reporta el mercado laboral general a través de la ENOE que elabora el Inegi.

Justamente, la estabilidad laboral de la mediana edad es relevante para realizar un soporte en las finanzas gubernamentales a efecto de evitar un mayor gasto público de impuestos en el área de salud y educación, así como un mayor adeudo en el sistema de pagos hipotecarios de vivienda social y media a través de las instituciones bancarias, por citar algunos casos.

Todo lo anterior revela si una sociedad tendrá una proyección con un futuro sustentable o no. Por supuesto, el deterioro del bienestar social es evitable mediante una política pública y privada, pero por caminos distintos.

Por ejemplo, la política pública puede incentivar beneficios impositivos a las empresas, si éstas mantuvieran o contrataran personas mayores a 45 años. Pero como esa herramienta aún no está a nuestro alcance, no es un camino por el que podemos optar. Así que debemos pensar en otras posibles soluciones más cortas, como el compromiso empresarial de contratar a personas mayores a 45 años e insertarlos en sus cadenas de operación con personal más joven, a fin de que la experiencia y la innovación hagan un enlace perfecto generacional. Esto tiene ventajas más allá de lo meramente experimental, pues hace que la convivencia estabilice las emociones de jóvenes y adultos, preserve la experiencia, incentive el conocimiento y transforme el ambiente laboral, haciéndolo mucho más productivo y respetable.

Sin embargo, proyectos como los anteriormente planteados son lejanos y se puede señalar que el miedo de las personas en la mitad de su vida es un acompañante non grato. Pero a pesar de lo anterior, existe esperanza y sugerencias para afrontar los momentos difíciles en esta etapa de la vida, como un despido. Unas son de carácter emocional y otras de trámites que deben realizarse.

Sobre las primeras, tomemos algunas propuestas de la psiquiatra Marian Rojas Estapé. Ella sugiere definir quienes somos mediante la descripción de la imagen que tenemos de nosotros mismos, con nuestras luces y sombras. El siguiente paso será hacer un esquema de personalidad para mantener un equilibrio ante el estrés o momentos de miedo. Posteriormente, identificar los factores desestabilizadores mediante la comprensión para tener claro un problema real de uno imaginario. Además, respirar conscientemente.

Ahora bien, ya que nos hemos estabilizado en lo emocional, tendremos que dar pequeños pasos hacia rutas de mejora en lo económico. En el caso de la pérdida de empleo, existe la posibilidad de realizar un retiro parcial por desempleo de la afore.

Para ahorrar en el presupuesto es recomendable evaluar pequeños gastos como apps de entretenimiento, cortes de cabello en sitios demasiado caros, comida en restaurantes de media y alta gama, platicar sobre opciones de becas en los colegios de hijos e hijas, cambiarlos a escuelas más baratas o acceder a la escolaridad pública de calidad, como son las universidades públicas y estatales, pagar en orden las deudas de la más pequeña a la más grande. En general dar un orden piramidal que defina lo indispensable y deseche lo prescindible.

Hacer un alto en el camino es aprender a resolver en un momento que consideramos catastrófico mediante la concentración plena del ser. No es fácil, pero siempre se sale adelante. En ocasiones los mayores retos nos dan la mejor sorpresa de lo que significa la vida.

Con información de Sara Morgan, El Economista.

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