Desafíos laborales para las mujeres

Las mujeres, que representan cerca de la mitad de la población, son uno de los grupos más golpeados y a los que más trabajo le ha costado recuperarse. Desde el incremento en el tiempo que dedican al trabajo de sus hogares, las condiciones en las que trabajan y hasta la dificultad para regresar a sus puestos.

La pandemia Covid-19 revolucionó todo y el mercado laboral no fue la excepción. Muchos de los pasos avanzados en materia de igualdad se borraron y los retos de recuperación son mayores para algunos.

Las mujeres, que representan cerca de la mitad de la población, son uno de los grupos más golpeados y a los que más trabajo le ha costado recuperarse. Desde el incremento en el tiempo que dedican al trabajo de sus hogares, las condiciones en las que trabajan y hasta la dificultad para regresar a sus puestos.

La Cepal publicó el informe Desigualdades, inclusión laboral y futuro del trabajo en América Latina, en donde se evidencia que las acciones de género son una pieza fundamental para pensar en un mercado laboral justo e igualitario.

Uno de los principales retos es destrabar la participación laboral de las mujeres en el mercado remunerado. Mientras en la década de los 80 y 90 se observó una integración inédita de las mujeres a la fuerza laboral, hoy está estancada.

En América Latina el 51.5% de las mujeres económicamente activas tienen un trabajo remunerado, una cifra incluso menor que el récord histórico de 51.8% registrado en 2019.

Adicionalmente, esta cifra se ha mantenido sin movimientos significativos durante 20 años. Apenas ha crecido alrededor de cinco puntos porcentuales.

La tendencia de la participación laboral de hombres es más o menos la misma, pero con una importante diferencia: muchos más hombres tienen trabajos que les pagan, el 75.5% de los económicamente activos para ser exactos.

Las mujeres más pobres son las que más obstáculos encuentran para ingresar al mercado laboral. Mientras las mujeres más ricas de la región registran una tasa de participación laboral de 58.0%, las más pobres alcanzan un nivel de apenas 29.1 por ciento.

Pero esto no significa que las mujeres no trabajen tanto como los hombres, de hecho, todo lo contrario. Las mujeres en América Latina hacen cerca del 75% de todo el trabajo dentro de sus hogares, lavar, planchar, limpiar, cocinar y cuidar a otras personas.

Por otro lado, las diferencias sociodemográficas entre mujeres se explican debido al acceso efectivo que tienen a otros derechos, como la salud, la educación y la cultura. Las mujeres que tuvieron la oportunidad de estudiar, alimentarse bien o tener contactos profesionales tienden a integrarse con mayor facilidad al mercado laboral.

El enorme desequilibrio en el trabajo del hogar
El trabajo de cuidados ocupa una gran parte del tiempo de las mujeres que lo realizan, la mayoría de las veces no es pago y, además, carga con un estigma negativo. Por eso, es uno de los principales retos para las políticas laborales públicas y de iniciativa privada.

Mientras más mujeres se han ido integrando al mercado de trabajo remunerado, acercándose a un equilibrio, en el interior de los hogares los hombres no se han integrado a las tareas del hogar.

En México, por ejemplo, las mujeres dedican, en promedio, 43 horas semanales al trabajo no remunerado en sus casas, mientras que los hombres destinan apenas 17 horas de su tiempo a estas labores. En el resto de países de América Latina la brecha es más o menos la misma.

Esta desigual distribución representa una de las barreras más grandes que tienen las mujeres para tener empleos remunerados e independencia económica.

El estudio de la Cepal encontró, por ejemplo, que en los hogares con presencia de niños y niñas menores de 15 años, el 60% de las mujeres declara no participar en el mercado laboral por atender responsabilidades familiares.

De modo que, si el trabajo del hogar y de cuidados estuviera revalorizado y redistribuido, muchas más mujeres podrían entrar al mercado laboral, aportar a la creación de conocimiento, dirigir empresas y aumentar la productividad nacional.

Informalidad, la cara de los trabajos de las mujeres
Otro de los grandes retos en materia de género es mejorar las condiciones laborales de las mujeres que sí tienen un empleo remunerado.

En América Latina, señala el estudio, las mujeres trabajadoras se concentran mayoritariamente en sectores precarizados del mercado laboral como el comercio, la hostelería, la preparación de alimentos, la educación, la salud y el trabajo doméstico remunerado.

Estos sectores tienen una alta incidencia de informalidad, salarios bajos y ausencia de derechos laborales.

Por ejemplo, en la región 1 de cada 3 mujeres está ocupada en el sector del comercio, hoteles y restaurantes. Y en el sector del trabajo en otros hogares, las mujeres son 9 de cada 10 trabajadores. Estos dos sectores ocupan el segundo y tercer lugar en el ranking de los salarios promedio más bajos, sólo después de la agricultura.

En el sector médico, en donde también hay una sobrerrepresentación de mujeres, quizás no son los más bajos y la informalidad no alcanza niveles tan altos, pero las mujeres enfrentan otro problema: la brecha salarial.

Las médicas, enfermeras, especialistas y otras ocupaciones en sector salud perciben, en promedio, sólo 60% del salario que perciben sus pares hombres.

“Las crisis en cascada afectan a las mujeres desproporcionadamente”
En general, las mujeres como grupo poblacional, son golpeadas con más fuerza durante los episodios de incertidumbre económica, financiera y social.

Las políticas públicas y las políticas empresariales con perspectiva de género serán fundamentales para, primeramente recuperar lo perdido por la Covid-19 y en un segundo momento, caminar hacia la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres en el mercado laboral.

Con información de Ana Karen García, El Economista.

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