Cooperativa Aveneros Sotres, dedicada al cultivo de avena y producción forrajera en Parres El Guarda, Tlalpan

Caballos pura sangre y cuarto de milla que corren en el Hipódromo las Américas, así como criollos entrenados en las suertes charras, obtienen energía de la avena forrajera que la familia Ramírez Sotres cultiva en tierras de Parres El Guarda, en Tlalpan, y de San Salvador Cuauhtenco, en Milpa Alta.

Este alimento es mejor para los animales que otros cereales como la cebada y el maíz forrajero, por su calidad nutricional, asegura Jaime Ramírez Castro, quien por medio de su empresa Cooperativa Aveneros Sotres produce al año unas 25 mil pacas de la gramínea que se cultiva en 45 hectáreas de tierras rentadas a ejidatarios y comuneros de ambos poblados.

Además de alimentar equinos del hipódromo y lienzos charros, provee de forraje a caballos del laboratorio Birmex (Biológicos y Reactivos de México), de la Secretaría de Salud federal, en las instalaciones del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria, en Tecámac, estado de México, donde se realizó la investigación para desarrollar un antídoto contra el covid-19.

Entre sus clientes también está la Unidad de Policía Metropolitana Montada de la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina, y han llegado a Parres para adquirir sus pacas de entidades vecinas como Morelos y el estado de México, al igual que de otras más distantes como Veracruz, Guerrero y Guanajuato. “Tenemos los carros cargados y luego luego la gente se da cuenta: ‘está buena su pastura’”.

Admite que llegar a esos números y a eses tipo de clientes no ha sido fácil para el negocio familiar, constituido como empresa cooperativa hace tres años para darle formalidad y acceder al padrón de proveedores y contratistas del gobierno federal y local, le hemos batallado bastante.

Jaime es uno de ocho hermanos, cuatro hombres y cuatro mujeres, nacidos todos en Parres El Guarda. Desde los cinco años con nuestro papacito nos íbamos a quedar a Barbechos, cerca de Tepoztlán, para sacar la raíz del zacatón con la que se hacían escobas y escobetas, allí se quedaban hasta tres meses, cuando completaban una carga; antes de tener sus propios cultivos, hace unos 35 años, primero fuimos peones de los caciques de aquí. Nosotros acogotábamos sus cultivos.

Tenía 15 años cuando comenzó a trabajar en las plantaciones de avena forrajera hasta que él y sus hermanos tuvieron un poco de recursos para emplearse ellos mismos, rentar una parcela y cultivar su propio grano.

Con su hija Lizbeth, representante de la cooperativa; otro socio, su primo Felix Romero, y un trabajador, Rafael González, operan La Campeona, una empacadora estacionaria –llamada así por el modelo– que requiere el trabajo manual de al menos cinco personas, una que deposita el heno de avena en la recamara, dos que hacen amarres de alambre y colocan los separadores de madera y una más para retirar la paca de la banda, de unos 85 centímetros y con un peso de entre 15 y 16 kilogramos.

Jaime relata que cuando tenía 27 años esta cosa me mordió el brazo, muestra una cicatriz desde la muñeca hasta el codo en su extremidad derecha, se le rompieron tendones y perdió movilidad en algunos dedos, lo que no menoscabó su habilidad para hacer los amarres.

Otra adversidad ocurrió hace tres años, cuando una granizada que formó una capa de más de 30 centímetros de hielo echó abajo el techo de su bodega, con vehículos y maquinaria dentro, y dañó los muros. Por fortuna, los camiones estaban cargados, copeteados de pacas, lo que amortiguó la caída de las estructuras, vigas de acero y láminas sobre el equipo y evitó mayores daños, pero sólo recuperaron el material para techar una cuarta parte de lo que tenían, por lo que ahora rentan una bodega para almacenar su producción.

El apoyo es fundamental

Haberse constituido como cooperativa, agrega Lizbeth, en la que también participan su mamá, Estilita Sotres, y su hermana Ana Silvia, les permitió acceder a los apoyos del programa social de Fomento, Constitución y Fortalecimiento de Empresas Sociales y Solidarias de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo del Gobierno de la Ciudad de México en dos ocasiones, lo que alivió un poco la carga económica por el pago, además de un tractor adquirido a crédito, herramientas y un arado de cuatro discos que ya usaron este año para preparar la tierra antes de la siembra de la avena, entre mayo y junio.

Por estas fechas debían cortar ya la planta para formar los mogotes y ponerla a secar, pero las lluvias se retrasaron y con ellas el periodo de cosecha serán este y el próximo mes, a fin de realizar el almacenaje entre enero y mayo.

Explica que a finales de octubre llegarán de Puebla unos 20 trabajadores que cada año emplean para cosechar el grano, con los que esperan repetir su producción de 2022 y mantenerse entre los cuatro principales productores de avena forrajera de Parres El Guarda.

Con información de Ángel Bolaños Sánchez y Foto Roberto García Ortiz, La Jornada.

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