Regresar al trabajo después de tener cáncer

Ante un diagnóstico de cáncer, es habitual sentir emociones muy intensas de miedo, rabia, indefensión, tristeza, incertidumbre, angustia, frustración, injusticia. Estas emociones interfieren significativamente en el día a da. Es habitual no tener estrategias para manejarlas, pero no es malo sentirlas. Es algo totalmente normal. Lo verdaderamente importante es saber identificarlas y saber que hacer ante ellas. Pero no menos destacado es el poder maniobrar con las emociones posteriores y poder reincorporarse en el mercado laboral después del cáncer.

El cáncer interfiere significativamente ante la calidad de vida de los pacientes. No afecta a todos por igual. El grado de afectación depende de muchas variables (tipo de tumor, fase de la enfermedad, tipo de tratamiento, etc.) En todo ello juega un papel muy relevante el cómo lo afronte cada persona.

Sin embargo, sí que hay síntomas que son muy característicos y frecuentes en la mayoria de los pacientes. Estos son los dolores musculares, las molestias gástricas, la caída del cabello, la bajada del estado de ánimo, el aumento del nerviosismo y la ansiedad, así como las dificultades de atención, concentración y retención de la información. Pero si algo hay en común en todos los pacientes, es el agotamiento y el cansancio.

Muchas personas pierden su empleo a raíz de la enfermedad y hay empresas que no contratan a aquellos que tienen antecedentes de cáncer. Cuando una persona tiene que reincorporarse en el mercado laboral después el cáncer, no todos lo viven de la misma manera.

Puede convertirse en un momento muy ilusionante porque es un paso muy importante para normalizar su vida. No obstante, es habitual que surjan miedos anticipatorios y preocupaciones relacionadas con su valia.

El no estar a la altura es el principal miedo. Los sintomas aún persisten y surge el temor a que estos dificulten la realización del trabajo. A esto se suman miedos relacionados con las relaciones laborales, las envidias, las comparaciones, la falta de empatía y comprensión de los compañeros.

También la exigencia y la falta de flexibilidad crean miedos relacionados con el área personal de uno mismo. Puede que esa exigencia les interfiera en su autocuidado. Es una realidad que, hasta que no se vive en primera persona, uno no se da cuenta de que pasa. Es, precisamente, la actitud con la que se afronta este problema es lo que se tiene que trabajar, porque tendemos a sentir que somos más fuertes de lo que creemos, pero necesitamos ayuda.

Los problemas del mercado laboral siguen siendo una constante. La mayoria de pacientes y familiares denuncian los movimientos que se tienen que hacer para solicitar una baja laboral por su enfermedad o para cuidar de un familiar que está pasando por un proceso oncológico.

Es tan grave como cierto el afirmar que el 70% de los pacientes consideran que no hay compresión por parte de las empresas ante esta situación.

Con información de Isabel Llorga, Actualidad social.

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