El ejecutivo enviará dos iniciativas para mejorar los salarios y las pensiones
En 2021 el Congreso estableció en la legislación secundaria que las alzas del salario mínimo se fijarán siempre por encima de la inflación. Desde 2018, este referente ha tenido un incremento real de 110%, pero hace falta más para recuperar su poder adquisitivo.
El presidente Andrés Manuel López Obrador enviará dos iniciativas de reforma constitucional para mejorar los salarios y las pensiones cuando está a seis meses de terminar su administración y sin la mayoría calificada que requiere en el Congreso de la Unión.
Esto podría impedir que los cambios se concreten, pero Alfonso Bouzas, coordinador del Observatorio Laboral Ciudadano de la Reforma Laboral, lo ve de manera distinta. Las elecciones presidenciales y legislativas en puerta podrían presionar a la oposición para permitir revertir las medidas que afectan a las trabajadoras y trabajadores, prevé.
El pasado 7 de enero, en un lugar y en una fecha emblemáticas, el jefe del Ejecutivo dijo que presentará dos iniciativas para modificar el artículo 123 Constitucional. De las reformas laborales que ha impulsado, ésta no se veía venir.
“Quiero recordar un poco sobre lo que sucedió en 1907, cómo se dio la represión a los obreros, la masacre, aquí en Río Blanco, Veracruz”, dijo López Obrador al referirse a los trabajadores de la fábrica textil de Río Blanco que exigían condiciones laborales mínimamente dignas.
“Tenían que trabajar 15, 16 horas, no había día de descanso. Trabajaban también los niños, para alcanzar la máquina textil se subían en cajas”, apuntó.
Los empresarios, agregó el mandatario, “dijeron: ‘No, no vamos a aceptar mejorar los salarios y vamos a cerrar las plantas’. Y eso hicieron como un año, cerraron todas las plantas”.
El presidente continuó narrando este terrible pasaje de la historia del país hasta llegar al momento actual: “Y aquí hago el compromiso de que antes de que yo termine mi mandato, voy a enviar una iniciativa de ley de reforma al artículo 123 de la Constitución para que se establezca que nunca, jamás, va a aumentar el salario menos que la inflación. Nunca más”.
Estándares y protección del salario
Desde 2018, el salario mínimo general (SMG) ha crecido 110% en términos reales, al pasar de 2,650 pesos mensuales en ese año a 7,468 pesos mensuales en 2024 en la mayor parte del país.
En 36 años de gobierno neoliberales, el salario perdió el 70% de su poder adquisitivo, apuntó el presidente en Río Blanco. Pese a una política salarial dirigida desde la Presidencia para recuperar su poder, la restauración está a medio camino.
El anuncio del mandatario “suena magnífico”, pero “el problema está en que una ley jurídica no modifica un escenario o una ley económica”, dice el doctor en derecho Alfonso Bouzas.
“Comparto la medida, los salarios no tienen por qué ir atrás de la inflación. Sin embargo, estamos en un sistema capitalista donde los empresarios quieren ganar más y la forma como lo hacen en la fase neoliberal es precarizando y precarizando más el trabajo. Ahí está el corazón para lograr lo que la reforma propone”, puntualizó.
En 2021, el Congreso aprobó una reforma al artículo 90 de la Ley Federal del Trabajo (LFT) para ordenar que “la fijación anual de los salarios mínimos nunca estará por debajo de la inflación observada durante el periodo de su vigencia transcurrido”.
Es decir, la propuesta del presidente ya está en la legislación laboral secundaria. Pero al elevarlo a rango constitucional se le da mayor importancia, explica el investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, especializado en Economía del Trabajo y la Tecnología.
Lo que dice el artículo 123 de la Constitución, en la fracción VI, es que “los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”.
Pero eso “no le da cuerpo al objetivo del artículo. El hecho de que Andrés Manuel proponga que no deben estar nunca por debajo de la inflación es darle contenido y forma a una disposición que no lo tiene desde 1917. Y no lo tiene porque no se pensó en el mercado, en la economía que vivimos hoy”, explica Bouzas.
Lo mejor sería poner como referencia la canasta básica, “pero una mínima evidencia de contenido es vincularlo con el proceso inflacionario”, considera el catedrático.
No obstante, además de esta reforma “es necesario un cambio cultural tanto de los empresarios, que la única forma de hacer empresa que conocen es precarizando el trabajo, como de los sindicatos y los trabajadores, que asuman que ser productivos es sólo interés de la empresa”.
La estrategia detrás de la reforma
Lograr una reforma constitucional es más complicado que cambiar una ley secundaria, pues se necesitan los votos de las dos terceras partes del pleno y luego, que la mayoría de los Congresos estatales la aprueben.
En esta legislatura el partido del presidente, Morena, ni siquiera con los partidos aliados, PT y PVEM, alcanza una mayoría calificada. Y, como se ha visto en otras reformas laborales para mejorar las condiciones de las personas trabajadoras, el bloque opositor ha obstaculizado su aprobación.
Pero en este caso, “yo creo que se pueden concretar. Un elemento muy importante es el electoral. Seguramente el PAN, PRD y el PRI procurarán que la iniciativa no se lleve a votación antes de las elecciones presidenciales, porque tendrían que hacer mutis y votar en favor de las reformas”.
Al coordinador del Observatorio Laboral Ciudadano de la Reforma Laboral le parece acertado que López Obrador presente esta iniciativa en este momento, pues “los partidos opositores están obligados a respaldarla o evidenciarse como partidos neoliberales que creen que la precarización es la única forma de mantener un sistema capitalista y que los intereses sociales son renunciables”.
Es evidente, analiza, que el presidente dejó estas reformas para la fase final del sexenio “con el ánimo de sacarlas precisamente en esta coyuntura electoral, obligando a los neoliberales a definirse. No necesariamente aprobarlas, y si se definen por eso, enhorabuena”.
Pero si su definición es en contra, “también es bueno porque reforzarán la idea de que la Cuarta Transformación va en serio por cambiar la política laboral neoliberal. Esperemos que la definición sea madura y responsable”.
Con información de Blanca Juárez, El Economista.↵
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