Las preocupaciones económicas que caracterizan a enero afectan a la productividad laboral

Siempre ha existido, pero ahora se nombra: es el estrés financiero y en enero está a tope. Las preocupaciones económicas tienen un impacto negativo para las personas en el entorno laboral, desde una baja concentración y disminución del desempeño hasta el deseo por cambiar de empleo.

A decir de Erika Villavicencio-Ayub, especialista en salud mental, el inicio de año representa retos para las personas en el espacio laboral, principalmente por la cuesta de enero y el agobio por las deudas adquiridas o la baja capacidad adquisitiva, y el síndrome post-vacacional.

Los primeros días del año es complicado ponerse en marcha en el trabajo, además de los pendientes que ya no se quisieron atender en diciembre. “La gente no trae estructura, no se enfoca tan fácilmente en el trabajo, están distraídos”, comenta la también directora de la consultora DserOrganizacional para Latam.

Explica que otro impacto del estrés financiero se da en el bienestar en general, “hay una sensación de insatisfacción. Cuando una persona identifica que no tiene esta capacidad adquisitiva, incide mucho en no sentirse satisfecho”.

Pensar en deudas o en cómo superar financieramente el resto del año parece inofensivo para la productividad, pero no lo es. La última Encuesta sobre bienestar financiero de los empleados de PwC indica que el 56% de las personas pasa tres horas o más por semana en el trabajo lidiando con su situación económica.

“¿Por qué los empleadores deberían preocuparse por el bienestar financiero de sus empleados? Los empleados con estrés financiero tienden a estar más distraídos, menos comprometidos y más propensos a buscar otro empleo”, destaca la consultora en el estudio.

En eso coincide Ivonne Borden, fundadora de la firma Agregando Valor. La especialista subraya que la cuesta de enero eleva aún más el estrés financiero y eso tiene una afectación en el regreso al trabajo.

“Sí hay un impacto muy notable en cuanto al desempeño. Sobre todo, en la parte del estrés financiero, porque en diciembre se mueven muchas emociones, y la mayoría de las personas compramos o adquirimos cosas bajo las emociones. Entonces el estrés financiero que produce regresando a enero suele ser muy presente porque muchas veces no se consideró la realidad”, afirma.

Uno de los sellos del inicio de año en el trabajo, explica Ivonne Borden, es la desorientación del personal. “Es más frecuente que se comentan errores, que no se tenga la concentración necesaria para la detección de detalles específicos”.

Esto también se confirma con datos, según los hallazgos de PwC, el 44% de los trabajadores con estrés financiero reporta distracciones en el trabajo, esa cifra disminuye al 9% entre los empleados que no tienen preocupación por su situación económica. “Las distracciones se acumulan y pueden afectar la productividad”, advierte la firma de consultoría.

Pero el estrés no es el único elemento de la ecuación. En este caldo de cultivo para el bajo desempeño a inicios de año también se encuentra el síndrome postvacacional.

Las personas también vienen cansadas de las vacaciones, entonces la fatiga y el estrés financiero se combinan y afectan la productividad de los colaboradores. “enero es uno de los meses que se obtienen menores índices de productividad, porque la persona se tiene que adaptar a la rutina (…) La gente no trae estructura, no se enfoca tan fácilmente en el trabajo, están distraídas”, expone Erika Villavicencio-Ayub.

Incluirlo en la oferta de valor
Desde la perspectiva de Erika Villavicencio-Ayub, el fenómeno de baja productividad a inicios de año es un recordatorio de la importancia de la flexibilidad laboral en las empresas para permitir a las personas reajustarse a la rutina y evitar ausencias. “Si regresamos a lo básico de establecer objetivos claros, alcanzables, las personas van a avanzar”.

Pero esto sólo es un pilar. La palabra clave es educación financiera y en ese aspecto, las compañías pueden apoyar mucho. Dentro de la oferta de valor al empleado, las empresas pueden ofrecer cursos para el manejo de finanzas, además de programas de ahorro, asistencia, prestaciones que contribuyen a minimizar el estrés financiero, opina la especialista.

De acuerdo con PwC, el 74% de los empleados reconoce que necesita ayuda en la toma de decisiones financieras, especialmente en momentos de crisis o eventos importantes de la vida. La buena noticia, destaca la firma, “es que el estigma que rodea a la necesidad de recibir ayuda con las finanzas puede estar desapareciendo”.

Ivonne Borden también subraya la importancia de apoyar a los trabajadores en educación financiera e incluso poner en marcha políticas como el pago de algunos bonos en enero, esto para garantizar liquidez en los inicios de año.

“La realidad es que todavía nos falta mucho y nos llega diciembre y empezamos a querer comprar todo lo que brilla. Yo creo que el hecho de que se haya abierto tanto la necesidad de la salud mental dentro de las organizaciones hace que el estrés financiero que se vive en esta época se atienda, que se hable de él”, concluye.

Con información de Sonia Soto y Eduardo de la Rosa, El Economista.

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