
El desafío cultural de las licencias de paternidad
La estructura social y cultural en México representa un obstáculo para que los hombres vivan y asuman su paternidad plenamente. La política pública actual sólo les concede una licencia de cinco días tras el nacimiento o adopción de un hijo, una brecha considerable si se compara con los 84 días otorgados a las mujeres.
Esta legislación no se alinea con la nueva realidad de México, donde los hombres son más corresponsables en el cuidado y donde emergen nuevos tipos de familias, como las homoparentales.
La arraigada idea de que el cuidado tiene rostro de mujer genera una brecha que dificulta su plena integración al mercado laboral y limita la oportunidad de los hombres para establecer una conexión real con sus hijos.
Ana María Flores, consultora en Género e Inclusión Económica para América Latina y el Caribe en International Finance Corporation (IFC) y colaboradora de la Red CCE por la Primera Infancia, asegura que la mentalidad de que los hombres no son fundamentales en los cuidados propicia una aplicación discrecional de la licencia de paternidad. Para las mujeres, esta licencia es un derecho irrenunciable; para los hombres, algo negociable, incluso a lo que se puede renunciar, explica.
Fátima Masse, cofundadora de la consultoría Noubi Advisors, advierte que si bien la concepción de las licencias de maternidad se basa en razones fisiológicas relacionadas con la recuperación posparto de las mujeres, “en la práctica, ha generado otras brechas; parece que ellas son las importantes y las únicas responsables del cuidado”, explica.
Equidad laboral y cultural para el cuidado
Para Masse, ampliar las licencias de paternidad es crucial para reajustar el desequilibrio en las tareas de cuidado que prevalece en la mayoría de los hogares. Es fundamental romper las barreras culturales para lograr una mayor igualdad en el mercado laboral y, por ende, en los hogares, promoviendo una mayor corresponsabilidad en el cuidado. Pero no sólo eso, también es necesario que los hombres puedan ejercer su paternidad plenamente, ya sea en familias biparentales u homoparentales.
Ana María Flores lamenta que, desde el ámbito organizacional, se dé poca importancia a la necesidad de que los padres pasen tiempo con el nuevo integrante de la familia. Incluso, ocurre que este permiso se negocia para ser utilizado en un momento diferente al nacimiento del hijo, o simplemente se renuncia a este derecho.
Por ello, resulta crítico cuestionar por qué el país mantiene una licencia de paternidad tan corta, de solo cinco días, cuando la evidencia internacional demuestra que aumentar estos días impacta positivamente en la participación de las mujeres en el mercado laboral y en una paternidad plena.
Países que han implementado permisos de paternidad más largos y obligatorios han observado incrementos en la empleabilidad femenina, reducción de la brecha salarial y una mayor corresponsabilidad en los hogares.
Beneficios de las licencias de paternidad
Desde la perspectiva laboral, Fátima Masse enfatiza que las licencias de paternidad son la única herramienta para señalar que los hombres son tan importantes en los cuidados como las mujeres. En el entorno laboral, existe la creencia errónea de que el padre no cuidará a los hijos, pensando que “se irá a pasear con los amigos o a descansar”.
Masse considera que es momento de romper con esta inercia, especialmente porque las nuevas generaciones ya no lo permiten. En el marco del Día del Padre, es esencial reflexionar sobre la importancia de los padres en las tareas de cuidado. Además de la equidad, los padres obtienen una conexión más profunda con sus hijos, viviendo una experiencia familiar diferente donde no solo son percibidos como proveedores.
“Este tema, sin duda alguna, es un ganar-ganar como sociedad, como individuos y como familias”, asegura Masse.
Ana María Flores añade que si los hombres cuentan con permisos extendidos y obligatorios, se transforman las normas culturales y sociales que históricamente han asignado la responsabilidad del cuidado de los hijos exclusivamente a las mujeres.
Ampliar las licencias de paternidad, haciéndolas sustantivas y remuneradas, no solo tiene un efecto simbólico, sino que permite redistribuir concretamente el tiempo y la carga de los cuidados, rompiendo con la idea de que el cuidado infantil es sólo asunto de mujeres.
“Hoy las empresas tienen una oportunidad histórica de transformar la manera en que concebimos la paternidad en México. Está en sus manos seguir impulsando ambientes laborales equitativos y libres de estereotipos. Es la forma en que se puede lograr que la corresponsabilidad paterna no sea una opción, sino una realidad”, concluye Ana María Flores.
Las organizaciones deben evolucionar en sus políticas y cultura empresarial para que estos cambios se generalicen y se conviertan en política pública.
Con información de Sonia Soto, El Economista.↵
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