
Eñ objetivo de la Ley Silla es reducir el número de enfermedades y prevenir los riesgos
Ernesto camina de un lado a otro constantemente, esto le ayuda, dice, a no sentir tanto cansancio en las piernas debido a que su jornada, básicamente, implica estar de pie todo el día. Trabaja como guardia de seguridad en una tienda de autoservicio. Tiene problemas de várices; por la noche, al llegar a casa, para descansar coloca las piernas en alto, tal como se lo recomendó su doctor.
Como él, meseros, vendedores de piso, demostradores y un largo etcétera, son personas a las que su trabajo les exige estar de pie y sufren las consecuencias físicas.
En este contexto, el pasado 17 de junio entró en vigor la Ley Silla, una serie de modificaciones a la Ley Federal del Trabajo (LFT) para que Ernesto y muchos otros trabajadores tengan derecho a sentarse a descansar y tener momentos de recuperación, explica Sergio Aguilar, consultor senior especialista en salud ocupacional y ergonomista certificado.
Con esta modificación a la ley, las empresas no pueden obligar a los trabajadores a permanecer de pie la totalidad de la jornada laboral. El objetivo es prevenir los riesgos asociados a la exposición prolongada en una postura vertical.
Alejandra Silva García, académica del Departamento de Salud Pública de la UNAM, explica que estar de pie de forma prolongada; es decir, sin la posibilidad de tener un cambio de postura, puede generar sobrecarga biomecánica, principalmente en las extremidades inferiores.
“Sobre todo en lo que es la región lumbar y el sistema vascular. Entonces, existe evidencia científica sobre que mantener una posición estática de pie durante periodos prolongados se puede asociar a fatiga muscular localizada, especialmente en las piernas y espalda baja, dolor lumbar, cervical, así como la aparición de trastornos musculoesqueléticos”, refiere.
Pero no solo eso, agrega que también se agrava la insuficiencia venosa, lo que conocemos como várices. “También se puede tener algún tipo de riesgo de enfermedad cardiovascular a largo plazo, sobre todo por estar en una posición estática”.
Para la académica del Departamento de Salud Pública de la UNAM, desde el enfoque ergonómico, lo ideal es permitir pausas o descansos regulares que puedan favorecer el cambio postural. “Eso en primera instancia. Al alternar el trabajo puede ser con periodos de descanso, es decir, que puedan sentarse cada 30 o 60 minutos y de al menos 5 minutos, preferentemente que puedan hacer algún tipo de movimiento para favorecer que los músculos puedan dejar de estar contraídos en una sola posición”.
Ir más allá de sólo otorgar una silla
En ese sentido, Sergio Aguilar explica que la Ley es general, y considera que lo ideal es que se particularice, tal vez, a través de una Norma Oficial Mexicana, donde se establezcan las características de las sillas, no solo que se diga que tengan respaldo. “Para que sea una silla ergonómica debe tener, sobre todo, características de ajuste en varias partes de su estructura para que se adapte a las condiciones antropométricas de los trabajadores”.
Opina que si los patrones solo se guían por lo que dice la Ley Silla, podría ser muy ambiguo, lo cual genera un problema de interpretación. Por ello, dice que es necesario hacer una identificación de cuáles son las características de los descansabrazos, si debe tener rodajas o regatones.
Por su parte, Alejandra Silva García afirma que las características de la silla sí importan.
“Tendríamos que ver cuál es la actividad que se realiza. No es nada más poner una silla común y corriente, sino las características ergonómicas. Entonces, una silla de descanso para quien trabaja de pie debe de tener algunas características, por ejemplo, tener una superficie de asiento que pueda tal vez ser un poco inclinada hacia adelante, un respaldo ya hacia abajo, que permita apoyar sobre todo la región lumbar, que tenga estabilidad, porque a veces también esta situación de que tenga ruedas puede generar algún otro problema”.
Para la especialista, la Ley Silla es un avance importante en el reconocimiento del derecho al descanso postural durante estas jornadas laborales que pueden ser muy extenuantes, y, sobre todo, en la protección de la salud de estas personas trabajadoras que realizan estas actividades.
“Sin embargo, por sí sola no va a resolver una problemática de los riesgos por permanecer de pie mucho tiempo si no se acompaña de un análisis ergonómico integral y de adecuaciones propias del puesto de trabajo; el simple hecho de colocar una silla incluso puede generar otros riesgos”, advierte.
Para Sergio Aguilar es importante que las empresas se asesoren con especialistas para que no hagan inversiones innecesarias.
Con información de Sonia Soto, El Economista.↵
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