Aún falta equidad laboral para las mujeres, en especial para las que son mamás

Ser mamá profesionista es una carrera de resistencia, llevando a cuestas agotamiento, estrés, y la carga cultural de ser cuidadora, lo que hace cuestionarse si también vale la pena luchar en el ámbito laboral si no se tiene una red de apoyo.

Coral decidió renunciar a su empleo, acababa de ser mamá y sus obligaciones no le permitían compaginar ambos roles. “Entender que no podía seguir con ese ritmo de trabajo fue muy duro y triste. Siempre me gustó, era algo que disfrutaba hacer, pero con las nuevas condiciones me fue imposible”, cuenta.

En un entorno laboral poco empático, la decisión para esta mamá profesionista fue difícil, “mis jefes eran hombres y no entendían, o no querían entender que las dinámicas con mi nuevo hijo eran diferentes. Me daban más carga de trabajo a horarios donde sabían que estaba con mis hijos. Llamadas a las 11 de la noche. Me enviaban a viajes cuando sabían que estaba amamantando”, comparte.

Coral es parte de esas mujeres que al convertirse en madres, y por las exigencias de un trabajo poco flexible deciden poner en pausa su vida profesional: durante el primer año después del nacimiento de su primer hijo, 24% abandona su trabajo, 17% no regresa luego de cinco años, de acuerdo con el estudio How motherhood hurts careers, publicado por The Economist, y que está basado en la investigación que realizó sobre el tema, la ganadora del Nobel de Economía, Claudia Goldin.

La equidad laboral para las mujeres, en especial para las que son mamás, aún es una deuda pendiente de la sociedad, el gobierno y las empresas. Son muchas las mujeres que tienen que decidir entre ser madres o continuar su vida profesional, el resultado es que muchas de ellas abandonan sus empleos debido a que la maternidad es demandante y el mercado laboral también y no es flexible para compaginar estos dos roles.

Más aún, las madres que deciden tener una pausa en su carrera laboral, a su regreso se encuentran con un mundo totalmente distinto, que requiere nuevas habilidades, donde convergen varias generaciones, donde todo es competido.

Ser mamá profesionista es una carrera de resistencia, llevando a cuestas agotamiento, estrés, y la carga cultural de ser cuidadora, lo que constantemente les cuestiona si luchar contra un sistema laboral inflexible es la opción, sobre todo si no se tiene una red de apoyo, que generalmente se vuelve otra mujer del entorno cercano.

Un estudio del Instituto Mexicano del Seguros Social (IMSS) y del Colegio de México (Colmex), que analiza la participación laboral de los padres y las madres, revela que un año antes del parto, el 77% de los hombres participa en el mercado de trabajo, ese porcentaje para las mujeres es de 70 por ciento.

Después de seis años del parto, la población masculina incrementa su participación en el mercado laboral al 84%, pero disminuye al 62% en el caso de las mujeres.

Estos datos, revelan que después de ciertos años de tener un hijo, las madres no regresan al mercado laboral o difícilmente regresan, dice Fernanda García, directora de Sociedad Incluyente en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

La especialista agrega que la mitad de las madres con educación superior ha suspendido su carrera profesional por motivos personales, contra 2 de cada 10 padres.

“Los cuidados, cuando los analizamos con esta perspectiva de género, tienen un impacto en las mujeres; un impacto en sus carreras profesionales, un impacto en su participación en el mercado laboral”.

Maternidad en el trabajo: muchas pausas, pocas rampas
La especialista del IMCO explica que en otros países se promueven las llamadas “rampas”, esto implica que en un periodo antes de que las trabajadoras se ausenten por licencia de maternidad, hay un acompañamiento gradual, es una salida paulatina, y después el regreso también es poco a poco.

“Pensemos en este periodo de licencia que otorgan en México: pues bien, 84 días estás en tu licencia de maternidad y al 85 regresas de tiempo completo al mercado laboral, lo cual lo hace bastante complicado para las mujeres. Entonces, se trata de que el regreso sea poco a poco. Tener trabajo híbrido, dos días ir a la oficina y los demás en casa, algo que sea mucho más compatible y realmente viable con el tema de los cuidados, además de promover la corresponsabilidad de los hombres”, refiere Fernanda García.

Por su parte, Fátima Masse, economista y analista de temas sociales, expone que conforme aumenta el número de hijos que tienen las mujeres, también cae la probabilidad de estar incorporada a un trabajo remunerado.

“Las estadísticas indican que 53% de las mujeres tienen entre uno y dos hijos y está en la fuerza laboral. Este porcentaje se reduce a 42% para mujeres que tienen entre tres y cinco hijos, mientras que para quienes tienen seis o más, sólo 22% está en un trabajo remunerado”, destaca.

En ese sentido, Fátima Masse afirma que las mujeres deciden realizar pausas en su vida profesional porque no existen las condiciones para compaginarlo, incluso algunas optan por empleos que se apegan más a su nueva realidad; sin embargo, esto también se refleja en una reducción de sus ingresos.

Para Coral, además de provocar una baja autoestima, decidir dejar su trabajo generó una sensación de que era ella la que no podía, “pero con el tiempo comprendí que no era así, que dentro de mi centro laboral no hubo comprensión. Cuando nació mi hijo me dieron más trabajo, más tareas que hacer”. Ella no tenía redes de apoyo, pues su familia vive en otra ciudad y no había quien la ayudara con sus hijos.

“Fue muy triste para mi renunciar a mi trabajo, porque me gustaba mucho y porque eran mis ingresos. Fue un choque también el tema de comenzar a depender económicamente de mi pareja. Que me ‘diera’ dinero era algo que no sabía cómo tomar. Me molestaba tener que depender de esa forma de alguien cuando toda mi vida siempre fui independiente financieramente”, relata.

Redistribución de los cuidados, una alternativa
No es un secreto que las mujeres tienen una mayor participación en labores de cuidados de niños, adultos mayores y enfermos, así como las labores no remuneradas del hogar, para Fernanda García para cerrar las brechas en el mercado laboral el tema de raíz es la distribución del tiempo.

“¿Cómo se distribuyen las tareas no remuneradas del hogar y cuidado? La mujer tiene el rol prácticamente exclusivo de cuidadora, entonces el reto es ¿cómo logramos redistribuirlas y compartirlas con los hombres?”, cuestiona.

En ese tenor, dice, desde el estado hasta las empresas deben generar esas políticas de inclusión, que permitan que las mujeres puedan compaginar su vida personal con la laboral, y que los hombres también sean parte de estas.

“Hay mucho por hacer, dependiendo de cada trinchera se podrán hacer cosas distintas, pero se engloba en una reorganización de los cuidados, porque hoy quienes cuidan son las familias y dentro de las familias, las abuelas y las madres. Tenemos que buscar una corresponsabilidad entre hogares, Estado y el sector privado”, dice la especialista en inclusión.

Fátima Masse puntualiza que hay retos a los que se enfrentan las madres trabajadoras en el entorno laboral, las políticas de integración de vida-trabajo; es decir, no es nada más la licencia de maternidad o tener lactarios, el apoyo de internados infantiles, sino cómo los ambientes laborales de cada organización son compatibles con la maternidad.

“Empresas que dicen abrimos una convocatoria para la dirección o para la gerencia para mujeres y no hay nadie que la quiera tomar, ¿cómo son las condiciones de trabajo? Porque si te la tienen que vivir en un avión, difícilmente tienes días personales, una mamá difícilmente va a postularse o aceptar”, señala.

Justo a eso se enfrentó Pamela Salinas, ella sabía las exigencias de su profesión, que había hora de entrada y no de salida, y aunque tenía el apoyo de su mamá, ella también trabajaba.

“Algo que consideré fue la dificultad que iba a tener para hacer una mamá presente, y creo que esa fue parte de la brújula que me hizo tomar la decisión, de que finalmente había decidido tener hijos no como un accesorio o como un paso siguiente en mi relación, si no había querido tener hijos para criarlos, verlos crecer. Así que decidí dedicarme a ellos”, comenta.

La clave es crear condiciones adecuadas
Las políticas de integración vía trabajo flexible, con bienestar, tienden a verse como ajenas al tema de diversidad e inclusión, pero en realidad son fundamentales, porque implican acuerdos laborales, jornadas flexibles, apunta Fátima Masse.

La economista también menciona que en México no existen las ‘rampas’, y que eso implica que regresar al mercado laboral sea muy duro.

“Yo misma lo percibí al ser mamá de tres niños, pensé en no salirme por completo del mercado laboral, porque pensé no voy a regresar. Pero tuve la suerte de caer en un ‘oasis laboral’, donde todo mi proceso de maternidad fue llevado con mi empresa gracias a un acuerdo; sin embargo, no todas tienen esa posibilidad”, cuenta.

Se trata, dice, de facilitar las cosas para que las mujeres crezcan, y una vez terminando esta integración de vida-trabajo, estas trabajadoras podrán cumplir en el contexto laboral, aún sí tienen otros roles fuera dela oficina.

Para Pamela, pensar en regresar a su trabajo implicaba pedir constantemente permisos para juntas escolares, enfermedades, lo que la llevó a no retornar a la misma profesión.

“Entonces yo sí me veía como en una situación en la que iba estar eternamente pidiendo permisos, ya sea por enfermedad de uno, por enfermedad de otro, por junta de padres, por festivales, por lo que fuese, y eso me significó un escenario muy estresante. Y dije, no, tengo que pensar en otra cosa”.

Fátima Masse asegura que también se debe tener en cuenta los cambios que tiene el mundo laboral. “En un año la vida laboral cambia, cambian muchísimas cosas. Es una curva de aprendizaje y las empresas deben entenderlo y ofrecer en ese sentido también rampas para que ellas se reintegren”.

Coral tuvo la oportunidad de regresar a su trabajo; sin embargo, sintió miedo de hacerlo. “Pensé que ya no estaba preparada, pero soñaba con mi regreso. Soñaba que salía a trabajar de nuevo, que cumplía con mis tareas. Uno de los retos que enfrenté es que todo cambia, las cosas se actualizan y a pesar de que intenté estar informándome sobre el sector donde trabajo, ya no era lo mismo”.

Para ella, no está mal renunciar si sientes que la vida se complica. “Dará tristeza y culpa, pero las cosas se pueden acomodar poco a poco, los hijos crecen y tendrás más tiempo, pero en ese periodo no te pierdas, sigue informada, lee sobre lo que pasa en el sector donde trabajaste, busca seguir capacitándote, hay talleres, cursos que quizá puedas tomar desde casa”, recomienda.

Pamela Salinas decidió crear un negocio propio, donde maneja sus tiempos, y aunque no ha sido fácil lo ha logrado, hoy sus tres hijos prácticamente son adolescentes.

“No existe fracaso, sólo es adversidad y todo es temporal. No tengan miedo de pedir ayuda, siempre se puede reinventarse”, afirma Pamela.

Por su parte, Fátima Masse opina que México es un país con muchas mujeres con pausas laborales, y no es que no tengan ambición, preparación o capacidades. Falta construir una cultura de apertura, donde se generen empleos que realmente ofrezcan condiciones laborales que requieren las mamás, incluso para que retomen sus carreras”, finalizó la economista.

Con información de Sonia Soto, El Economista.

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