Aún es un estigma hablar de salud mental en el trabajo

Aún falta mucho camino por recorrer para crear entornos seguros para que las personas, en especial los jóvenes, se sientan seguros de comunicar algún tema relacionado con el estrés, ansiedad o depresión.

Aunque la salud mental está muy visibilizada, cuando se trata de compartir una situación individual, las personas llevan a cuestas el estigma de hablar abiertamente del tema. Admitir que se tiene una situación relacionada con el estrés o la ansiedad, no es tan fácil como la teoría dicta.

La Encuesta Gen Z y Millennial 2024, realizada por Deloitte, revela que cuatro de cada 10 miembros de la generación Z y 35% de los millennials dice que se sienten estresados todo o la mayor parte del tiempo.

Además, el análisis refiere que casi tres de cada 10 miembros de los trabajadores más jóvenes temen que su gerente los discrimine por mostrar estrés u otros problemas de salud mental.

Mientras que aproximadamente tres de cada 10 no creen que los altos líderes le dan prioridad a la salud mental en el lugar de trabajo.

Para Deloitte, las organizaciones están logrando algunos avances para mejorar la salud mental en el lugar de trabajo, pero todavía existe margen de mejora cuando se trata de hablar abiertamente sobre este tema.

Normalizar la salud mental
Para eliminar los estigmas en torno a los trastornos mentales y normalizar la conversación, Regina Athie, fundadora de la plataforma Cuéntame, explica que primero que nada se debe entender que la salud mental es percibida de una manera distinta a nivel individual.

Y a esto, se debe agregar un ingrediente adicional como la generación a la que pertenecen los trabajadores, de ello deriva cómo se educó a cada una de estos en el tema, refiere la especialista.

“Hablamos con las empresas sobre el retorno que tiene trabajar en la salud mental de las personas, para reclutarlos, para retenerlos, para promover el talento y para crear una cultura de bienestar. Y eso se toca desde las esferas más altas”, afirma.

En ese sentido, la especialista indica que en las compañías se requiere un entrenamiento de primeros auxilios psicológicos para que, ante una situación de estrés, ansiedad se sepa cómo reaccionar, porque éstas impactan en los indicadores de las empresas como el ausentismo, la rotación o los accidentes.

Para Regina Athie, primero se debe personalizar la forma en que se va a atender la salud mental. Segundo se debe medir la efectividad clínica, es decir, conocer cómo se encuentran las personas en este sentido y si los tratamientos funcionan. Y tercero, que las empresas dediquen recursos en este rubro, porque tiene un retorno de inversión.

El papel de los entornos y liderazgos de confianza
Mafer Olvera, consultora en modelos de intervención en juventudes y bienestar emocional, considera que hay dos factores importantes en los entornos laborales: la diversidad generacional y el simbolismo que cada una le da al trabajo.

En el momento en que el trabajo se convierte en un factor estresante, hay deserción, renuncias silenciosas, sobre todo en los millennials y la generación Z, porque ellos prefieren el salario emocional.

Además, explica la también cofundadora de la firma Siki, los liderazgos en las empresas tienen mucho que ver sobre cómo se comunican los más jóvenes. “Si los liderazgos no son transformadores y horizontales, la comunicación se ve impactada negativamente, se interrumpe”, señala.

Si los jóvenes no sienten cercano a sus líderes, difícilmente van a encontrar espacios de confianza y seguridad. “Por eso es muy bueno que se desarrollen programas de seguridad psicológica. Nosotros les llamamos círculos de expresión”, indica.

Si los entornos son cada vez más seguros, habrá más posibilidades de que las personas, no sólo los jóvenes, vayan externando abiertamente, con confianza, lo que les está sucediendo.

La salud mental, clave de la rentabilidad
Paola Palazón Seguel, cofundadora de Siki, expone que las empresas están hechas por personas, y en la medida en que estén bien, a la empresa le va a ir mejor.

De acuerdo con la Organización Mundial del Trabajo (OIT) el estrés laboral en México cuesta entre 5,000 y 40,000 millones de dólares al año, comparte la especialista en salud mental.

“México pierde muchísimo, muchísimo dinero al año en temas de estrés laboral, que al final de cuenta merma la productividad de las personas. Si las empresas actuaran en consecuencia se fomentaría la creatividad, la innovación. El impacto es mucho si se crean espacios donde la gente se sienta mejor. Las empresas serían más sostenibles”, advierte.

Abordar estos temas de salud mental hará que una organización sea sostenible en todas sus aristas. Y evidentemente, eso incluye lo económico, es importante comenzar porque 30% de la población son jóvenes, puntualiza Paola Palazón Seguel.

Con información de Sonia Soto, El Economista.

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