Un sistema de cuidados puede contribuir a incrementar la participación de las mujeres en el mercado laboral

Uno de los roles históricos de las mujeres ha sido el de “cuidadoras”. Las mujeres suelen asumir este rol como un compromiso moral con familiares e incluso con sus amistades, lo cual es loable, valioso y necesario desde el punto de vista social. Sin embargo, este rol suele afectar su desarrollo profesional y contar con un sistema de cuidados permitiría disminuir los costos.

En la mayoría de los casos, las mujeres realizan las labores de cuidado de forma altruista, lo que conduce a su invisibilidad y obstaculiza su reconocimiento. Además, las labores de cuidado implican esfuerzos físicos, mentales y emocionales que, combinados con las actividades domésticas, generan una sobrecarga que podría afectar la salud de la persona cuidadora.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, se requieren sistemas de cuidados con una serie de políticas que organicen, reconozcan y redistribuyan las labores de atención a infantes, adultos mayores, personas con discapacidad y enfermos, no solamente entre los integrantes de la familia, hombres y mujeres, sino también con la participación del Estado u otras instituciones, para que las cargas sean compartidas y menos pesadas.

Invertir en un sistema de cuidados adecuado contribuye a incrementar la participación de las mujeres en el mercado laboral y a la creación de empleos relacionados con el sector salud. En su documento “Sistema Nacional de Cuidados: una vía para la igualdad de oportunidades y la movilidad social” (2023), el Centro de Estudios Espinosa Yglesias muestra que solo el 32% de las mujeres sin acceso a servicios de cuidados infantiles logran avanzar económicamente, mientras que el 63% de las mujeres con acceso a ellos lo hacen.

Esta diferencia de más de 30 puntos porcentuales se relaciona exclusivamente con el cuidado infantil, no obstante, faltaría agregar el cuidado de adultos mayores, personas enfermas o con alguna discapacidad.

Por otro lado, si bien hay resultados en el ámbito económico, simultáneamente, se incrementa el bienestar de las personas sujetas a cuidado al tener acceso a personal capacitado para atender de manera profesional sus necesidades. Esto puede conducir a mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, personas con discapacidad y enfermos. Asimismo, el sistema de cuidados infantil puede potenciar las habilidades y conocimientos de los infantes, generando un progreso en el capital humano futuro.

El Centro de Estudios Espinosa Yglesias sugiere que el sistema considere los siguientes aspectos:

Contar con un marco legal donde el sistema de cuidados sea garantizado como parte de la protección social brindada por el Estado.
Extender la red de servicios de cuidado para infantes, adultos mayores, enfermos y personas con discapacidad. Este punto incluye instalaciones adecuadas con espacios para rehabilitación, fisioterapia o acondicionamiento físico.

Conformar una estrategia de atención directa en el hogar para aquellos casos donde sea complicado el desplazamiento. Esta medida sería principalmente considerada para adultos mayores con problemas de movilidad y para personas con discapacidad.

Su implementación podría incrementar los ingresos de los trabajadores de la salud.
Fomentar una estructura de corresponsabilidad en varias esferas: al interior de las familias, compartir los cuidados entre hombres y mujeres; respecto a las empresas de salud y el estado, promover esquemas de complementariedad en la atención para brindar una atención integral que mitigue la carga del cuidado a las familias.
Invertir en extender la oferta de cuidados con gasto social tanto del sector público como del privado.
Generar estructuras de divulgación de información, así como estadísticos y evaluaciones que se divulguen a la sociedad para conformar un proceso de mejora continua al sistema.

Un sistema de cuidados podría liberar de cargas excesivas a las familias, sobre todo en las mujeres, creando efectos multiplicadores en lo económico y en la calidad de vida. Finalmente, adelantarse al envejecimiento poblacional sería una buena estrategia para el bienestar social presente y futuro.

Con información de Benjamín Alemán Castilla y Karla Cuilty Esquivel, Forbes.

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